Iban un judío un mexicano y un negro

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—Y como coño quieres que te creamos?
Habló el Capitán casi que en representación de la otra mitad del grupo.
—Pues el testimonio de tres personas no cuenta?–Respondió Bradley por nosotros.
—Es eso cierto Marcos? Como eran esos bichos–Preguntó Oliver
—Pues tienen la estatura de un niño, quizás su cerebro también, huyeron al ver lo letales que eran las armas, pudimos matar a tres o cuatro en un grupo que no pasaría las dos docenas.
—Skips ha estado inquieto desde que llegamos a este lugar, Coño, incluso hasta yo lo estoy!!–Comentó Arthur– Hay marcas de pelea por toda la Santa villa, incluso sangre, así que no pudo haber hace poco y por lo que acabas de decir no se si en realidad estemos en Francia.
—Sea donde sea, no hay cableado eléctrico, ni siquiera la infraestructura es algo notable–Dijo David mirando a su alrededor– un par de chozas, un establo y una iglesia, el puto camino es de tierra, pero al menos es un camino
—Si mis cálculos son correctos– Agregó Oliver revisando el mapa- Debimos haber caído demasiado al sur, pero es imposible que nuestro avión quedase en esa zona, la gasolina no le hubiese alcanzado para volver.
—Y tenemos el problema de los putos monstruos, nunca se ha informado de seres así–Habló el sargento– tenían piezas de armadura medievales, podríamos estar en algún lugar perdido de la mano de Dios.
—Entonces dices que nuestro avión se perdió de una formación con cientos de aviones como referencia y una tripulación experimentada para luego dar la señal en este sitio perdido de la mano de Dios? Es eso lo que dice sargento?–El capitán lanzó una severa mirada a los viejos ojos del sargento el cual no hacía más que mantener la firmeza
—De momento no hay otra mejor teoría, deberíamos descansar un poco después de que hayamos revisado el lugar más a fondo. Recomendaría fortificar la iglesia en caso de que los alemanes estuviesen por el área.
—Entonces toma a Oliver y Sanderson, el negro y el doctor se van conmigo y skips para hacer un reconocimiento en busca de los habitantes del lugar.
—A sus órdenes–el sargento se marchó junto a un Sanderson y un Oliver refunfuñantes los cuales comenzaron a abrir una por una las puertas.
—David, Marcos–Nos habló el Capitán– Tómese un diez, revisen armas y municiones
Fue el tiempo justo, cronometrado con la precisión de un reloj suizo. Nuestros traseros estuvieron en el polvoriento piso diez minutos exactos, ni uno más ni uno menos. A la orden del capitán nos acercamos a él y a su can el cual no paraba de olisquear el piso.
—Entre el caos parece que hay aquí una señal de forcejeo, como si arrastraran a algo o alguien aún con vida–Habló el capitán mientras nos señalaba los rastros– También por aquí hay algo, un grupo, pasó no hace mucho, después de lo del ataque quizás, tienen calzados pesados, quizás sean alemanes, pero no parecen botas militares ordinarias. Quizás sean otro grupo de atacantes o supervivientes, como sea, deberíamos seguirle el rastro.
—Capitan, tengo una pregunta–Comenté después de que hubiese terminado
—Cual es?
—Dijo que había visto humo, ¿que era?
—Al parecer había una fogata, parece que el grupo se detuvo en este lugar, quizás a investigar.
—Entonces no deben estar lejos– afirmó David
—Ya lo dijiste, así que el tiempo es oro.
Los cuatro comenzamos la marcha nuevamente, siguiendo las huellas y a nuestro guía canino el cuál casi que no nos daba tiempo a relajarnos. El bosque ya empezaba a ser más visible con la entrada de los rayos del sol a este así que por alguna razón nos sentíamos más calmados al ver como considerablemente nuestro campo de visión se alargaba.
—Iban un judío, un negro y un latino por el bosque con un perro. Parece este un chiste de mierda–Rompió con el silencio el capitán.
—Y que lo digas señor–respondi entre las risas de David– Por cierto, que piensa de esta guerra, es algo personal para tí?
—Mas o menos, la verdad es que no me considero judío, soy de familia judía, pero ya dejé de ir a la iglesia a rezar.
—Desde cuando no va?–Comentó con curiosidad David
—Pues desde que mi padre volvió de la gran guerra, aunque esa es una historia que mejor cuento después.
—Capitan, perdón el atrevimiento, pero si quieres puedes ir a mi iglesia–Dijo David con su cortez tono de sureño- no se como serán las iglesias de judíos pero en la mía serías bien recibido. Los domingos hacemos barbacoas y comemos juntos, quizás deba ir.
—Me lo pensaré, la verdad es que me queda algo lejos Alabama.
—Bueno, busque la Bautista St.Sebastián, no importa en lo que usted crea, siempre aceptamos a la gente buena.
—Me alegra escuchar eso. Y tú, Marcos ¿Va a la iglesia? No mucho la verdad, solía ir cuando era un niño pero luego estuvo la universidad y no podía conseguir una beca rezando.
—Eres un buen chaval. Por que te uniste al ejército?
—Pues no se, la verdad pensé que pagarían mejor, solo tendría que saltar, sobrevivir, curar a los heridos y estaría en casa con una paga extra para ayudar a mi madre, también se me haría más fácil conseguir una beca con una que otra medalla al valor.
—No piensas demasiado como un adulto?–Comentó el capitán, yo a tu edad solo estaba buscando donde beber una copa más.
—Con una madre y una hermana es imposible no pensar como un adulto.
—Puede ser, muchacho, aún así trata de relajarte un poco más.
—Pues si, podría ser este un chiste malo–Dijo David
Con una pequeña risa grupal seguimos el rastro. Cada vez se volvía más difícil encontrar algún indicio del paso de el grupo y las marcas del forcejeo habían desaparecido por completo. Por ende seguíamos a nuestro animal aerotransportado cual ovejas a un pastor, confiando solamente en su concentración y olfato.
Fue después de un rato de caminata cuando al final el can se quedó quieto, su pelo en la nuca y cola parecían erizarse a pesar de que no es común en su raza. Gruñía como una bestia, petrificado y con sus ojos fijos en el bosque. Dos ladridos alertaron a unas sombras que de no haber sido por el movimiento de la sorpresa jamás hubiesen sido percibidas.
—Destello!!–Gritó el capitán
A su respuesta un par de balbuceos se llegaron a escuchar y nuevamente los ladridos de nuestro animal hizo que se quedaran callado. Había algo mal ahí, no eran alemanes, pues no devolvían el fuego, tampoco el idioma en el que hablaban era francés por lo que no podían ser partisanos.
David apuntó su ametralladora, el capitán puso su mano en skips y este parecía comenzar a entrar en un estado de frenesí.
—Approche-nous lentement– Grité en un momento de esperanza
Las sombras volvieron a balbucear, mi fusil ya apuntaba hacia los árboles nuevamente y mi dedo tembloroso se posaba en el gatillo. Todos esperábamos una señal de hostilidad pero la suerte nos sonrió. Un grupo de 4 figuras encapuchadas salieron de los árboles, orejas como los de los otros seres que antes vimos pero esta en jóvenes rostros de mujeres emanarom de entre sus dorados cabellos cuando las pardas capuchas se vieron retiradas.

Su dialecto incomprensible para nosotros parecía querer una solución no violenta y los gestos de quien trataba de comunicarse también respondían al mismo deseo.
—Bajen las armas–Dijo el capitán apuntando a las tres personas de detrás que llevaban unos raros arcos
—Creo que no entienden una mierda–Agregó David aún desconfiado
Todos quedamos apuntando, la mediadora parecía algo nerviosa mientras hablaba, quizás no entendía, quizás estaba explicando lo que iría a hacer, pero el punto fue que en un abrazo y cerrar de ojos una voz en mi cabeza coordinada junto a la voz de la muchacha comenzó a hablarme.
—Puedes escucharme?–
—Pero que mierda de brujería es esta?!
El susto fue tan grande que mis compañeros no entendieron lo que dije y una lluvia de amenazas las cuales no me tomaré el tiempo de describir debido al rico léxico Afro-judeo-norteamericano llovió sobre ese grupo.
—Por favor– imploró la voz–no queremos pelear.
—Chi-chicos, calmados estoy bien, solo... Creo que entiendo lo que están diciendo.

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⏰ Última actualización: Oct 05, 2021 ⏰

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Creo que no estamos en Francia- una historia de la 101 AerotransportadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora