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𝑆𝑒𝑏𝑎𝑠𝑡𝑖𝑎́𝑛.


El partido había terminado y aunque no logré anotar ningún gol, el resultado estuvo a favor de nosotros. Me sentía contento por que yo sabía que había dejado todo de mí en esa cancha.

Cuando ya estaba aseado y cambiado, tomé la maleta y comencé a caminar hasta la salida mientras miraba mi teléfono. Tenía un mensaje de Lidia de hace unos minutos en donde me decía que se sentía sola en las gradas porque ya no había gente. Justo cuando planeaba responderle, la misma mujer que se presentó conmigo antes del partido, apareció frente a mí.

—Sebastián, que coincidencia. —me dijo al tenerme de frente. Puso una mano en mi hombro y me dedicó una sonrisa. —Por cierto, hoy diste un buen partido. Espero que pronto anotes tu gol.

—Muchas gracias. Sinceramente espero lo mismo, pero por ahora estoy satisfecho. —le dije. —Bueno, tengo que irme. Mi esposa está sola allá afuera y no quiero hacerla esperar.


—¿Esposa? —preguntó con sorpresa. Miró mis manos y volvió su vista a mis ojos. —Yo no veo ningún anillo, eh.


—Me lo quité para no perderlo durante el juego. De hecho está guard...


—Oye, en serio. —me interrumpió. —No me importa que... —iba a seguir hablando pero unas voces provenientes de la entrada hicieron que guardara silencio.


Por inercia di dos pasos hacia atrás para alejarme de ella. Las personas que aparecieron en la entrada fue Lidia y Giovanni Reyna, un compañero del equipo. Él, con una de sus manos, la sostenía por la cintura y con la otra por los hombros.

Necesitaba una explicación, pero antes de decir cualquier cosa, el ver a Lidia en ese estado me alarmó y me olvidé de todo.

—Lidia... —solté al verla, acercándome hacia ella con rapidez. —¿Estás bien? —quise saber al ver que su rostro estaba pálido.

Ella miró por encima de mí hombro y dejó la vista ahí unos segundos para después sonreír.

—Sí, sólo quise venir a buscarte, pero comencé a sentirme mal y me encontré con Giovanni. —lo volteó a ver y él le sonrió. —Él me ayudó a llegar hasta aquí.

Estoy seguro que él no entendió nada, pero al darse cuenta que yo lo miraba, quitó las manos de mi esposa y me miró apenado.

—Uhm, she was looking for her husband. I'm just wanted to help her. *Uhm, ella estaba buscando a su esposo. Yo sólo quería ayudarla. —habló en inglés y yo solo asentí.

Well, I'm her husband. I'm gonna take her to the car. *Bueno, yo soy su esposo. Voy a llevarla al coche. —tomé a Lidia de la mano y la guíe hasta la salida. —Thank you, by the way. *Gracias, por cierto.

Él sólo asintió y siguió caminando hasta los vestidores. Tomé con cuidado a Lidia de la espalda y le abrí la puerta.

—Nos vemos luego, Sebastián. —oí detrás mío la voz de Hanna. No respondí, pues para ser honesto, no me había dado una buena primera impresión.

Lidia y yo seguimos caminando en silencio hasta el estacionamiento en donde estaba la camioneta. Quizá no se sentía muy bien, pues noté como su respiración era agitada.

𝑬𝒕𝒆𝒓𝒏𝒂𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆 ➳𝑺𝒆𝒃𝒂𝒔𝒕𝒊𝒂́𝒏 𝑪𝒐́𝒓𝒅𝒐𝒗𝒂 #𝟐  (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora