32

747 74 13
                                        

Sebastián.


Mis piernas no dejaban de moverse por debajo de la mesa y sentía la boca temblar de la rabia que sentía.

Giovanni me había contado sobre el plan que Hanna había ideado para dañar mi relación con Lidia. Me contó como ella se encargó de drogarme y aprovechar que yo estaba inconsciente para así poder tomar la foto que Lidia había visto.

—¿Entonces no tuve relaciones con ella? —pregunté preocupado.

—No, nada de eso pasó. Pero ella le hizo creer a tu esposa todo lo contrario. —aseguró y solté un suspiro largo, aliviado. —Discúlpame, Sebastián. Yo no quise formar parte de su plan, pero la quería y... —me miró arrepentido y con una mueca. —En verdad lo siento. Estoy dispuesto a hablar con tu esposa si es necesario. —propuso.

Miré a Gala, quien miraba su café, como si estuviese pensando algo. Sus dedos golpeaban el vaso, haciendo un sonido.

—Yo sé que tú no eres el responsable, pero te hubiese agradecido que me lo hubieras dicho hace unos días. —un nudo comenzó a formarse en mi garganta y la respiración se volvió pesada. —Lidia me dejó y volvió a México. —solté triste. —Y no sé qué más hacer para recuperarla. La he hecho sufrir en los últimos meses y no sé... Quizás esté mejor sin mí, ¿no? —mis ojos se llenaron de lágrimas y sentí la mirada de ambos sobre mí.

—No sabía que Lidia se había ido. —dijo él en tono culpable. —Déjame ayudarte, es lo menos que puedo hacer.

Miré hacia el techo para que las lágrimas no bajaran y limpié mis ojos con el antebrazo.

—Agradezco mucho que me estés contando esto, Gio. Si necesito algo no dudaré en pedirte ayuda. —aseguré. —Por ahora voy a arreglar las cosas yo solo. —le dí un último sorbo a mi café y ayudé a Gala a levantarse de su asiento.

—Está bien, Sebas. No dudes en llamarme por si Lidia necesita oír la verdad de otra persona. —volvió a ofrecer amablemente.

—Gracias. Nos vemos luego. —me despedí y extendí la mano para dejar el dinero de lo que habíamos consumido Gala y yo.

—Yo pago, Sebastián. —dijo, evitando que dejara el dinero sobre la mesa. —Por favor. Es lo menos que puedo hacer ahora.

Lo dudé por unos segundos y al final terminé aceptando. En mi mente apareció Lidia diciéndome que no fuera tan orgulloso y por primera vez dejara que alguien pagara algo de corazón por mí.

—Muchas gracias por decirnos la verdad. —soltó Gala y acomodó su silla. —Cuídate.

Le dimos una última mirada a Giovanni y salimos del café para caminar hasta donde estaba mi coche y condujimos hasta la casa.

El camino fue silencioso, al parecer cada uno estaba procesando lo que Giovanni nos acababa de decir. Las esperanzas volvían a nacer y me hacían sentir tranquilo al saber que podía recuperar a mi familia.

Llegamos a la casa y cada quien fue directo a su habitación. Gala sabía que yo necesitaba pensar las cosas y para eso tenía que estar solo.

Tomé un baño rápido de 10 minutos, me puse mi pijama y me acosté en mi cama. Intenté llamar a Lidia pero no me respondió. Seguro que aún no llegaba a México, pues tenía entendido que el vuelo era largo. Me coloqué en posición fetal y giré hacia el lado vacío de la cama. Pasé la mano por la fría sábana e imaginé el cuerpo cálido de mi esposa sobre estas.

Me hacía mucha falta.

A pesar de tener la esperanza de recuperarla y poder reparar mis errores, también sabía que Lidia podía elegir no volver conmigo. Sabía toda la mierda que hice, sabía que al consumir droga no solo me dañé a mí mismo sino también pasé a dañarla a ella. Ya Gala me había contado el esfuerzo que hizo por cuidar sola a nuestros hijos y todo lo que perdió por mi culpa.

Sé que decir que estaba arrepentido no iba a arreglar nada, pero al menos me hacía sentir menos culpable de lo que ya era.

Estuve horas acostado, imaginando lo que podría ser mi vida sin mi familia; extrañando el perfume de Lidia, sus ojos mirando lo míos y haciéndome sentir vivo...haciéndome olvidar de los problemas.

Sentía mis ojos cerrarse a causa del sueño y quizá un poco de cansancio. Intenté hacer el esfuerzo por no hacerlo, pero la pesadez en los ojos era imposible de aguantar.

Hasta que mi teléfono sonó y el nombre De Lidia hizo que mis sentidos volvieran. Aclaré un poco mi garganta y respondí rápidamente.

—Sebastián... —su voz sonaba apagada a diferencia de la última vez que la oí y me preocupé.

—¿Qué pasa, Lidia? ¿Te sucedió algo a ti o a mis hijos? —no pude evitar preguntar algo alterado.

—N-no, tranquilo. Ellos y yo estamos bien. —aseguró y solté un suspiro de alivio. —Es mi papá. —su voz volvió a ser débil y la oí pasar saliva. —Llegué hace unas horas y me enteré que mi papá está peor de salud. El tumor hizo metástasis y se expandió por más lugares. —se soltó a llorar y podía sentir el dolor en los sollozos que soltaba. —Ya no hay nada que hacer, Sebas. —sollozaba sin control.

Mi corazón latía de prisa y mis ojos se llenaban de lágrimas con rapidez. Gilberto era un hombre muy especial para mí, me había apoyado y enseñado tantas cosas y me dolía que estuviera sufriendo.

—Yo sé que es difícil estar tranquila, Lid. —tomé una fuerte respiración y seguí hablando, me dolía pero tenía que ser fuerte para ella. —Pero trata de estarlo, ¿sí? Te juro que ahora mismo estoy comprando un vuelo para allá. —le dije, encendiendo mi tablet para comprar mi boleto.

—Gracias, Sebas. —sorbió su nariz. —Yo sé que no estamos bien, pero en verdad... Te necesito. —soltó un poco bajo. —Yo trato de ser fuerte para mi mamá y mi hermano, pero no puedo. No puedo ver a mi papá así...

—Estaré allá en la madrugada, ¿sí? Trata de dormir un poco. ¿Estás en tu casa o en un hospital? —quise saber.

—En la casa de mis padres. Él no quiso estar en un hospital, dice que prefiere morir en su casa y no en una cama de hospital. Es muy necio. —soltó y pude oír una pequeña risa de su parte.

—Ya veo de quién lo heredó. —bromeé un poco para volver a oírla reír. Y así fue, su risa fue como música para mis oídos y esa melodía alegró mi corazón.

—Te extraño, Sebastián. —me dijo, haciéndome reír como idiota.

—No sabes lo feliz que me hace oírte decir eso. —confesé. —También te extraño, Lid. No tienes ni idea de cuánto.

—Uhm... Tengo que ir a... —pude reconocer el llanto de mis bebés la otro lado de la línea y reí. —A darles de comer a los bebés. Te estaré viendo mañana. —habló.

—Te veo en unas horas. —respondí.



☁☁☁☁☁☁


HOLAAAAA, NO ME MATEN, PLIS. 😭😭😭😭
Sé que me desaparecí meses y capaz ya ni quieran saber de la fic. Una disculpa enorme, en verdad.
Seguía con problemas personales y fueron más graves. Me siento muy apenada por el tiempo que las dejé abandonadas. 😔
Estoy muy emocionada porque el final está cerca y está todo listo para que lo lean. Solo quedan unos capítulos más. 🥺
Espero que sigan aquí para los próximos proyectos que tengo en mente.
Gracias por leer hasta aquí. Les mando un fuerte abrazo y ojalá estén bien. Las quiero. 🤍

Ivonne. ✨




𝑬𝒕𝒆𝒓𝒏𝒂𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆 ➳𝑺𝒆𝒃𝒂𝒔𝒕𝒊𝒂́𝒏 𝑪𝒐́𝒓𝒅𝒐𝒗𝒂 #𝟐  (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora