Uno.

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—¿Estás perdiendo tu maldita cabeza?

El más bajo arrebató sin previo aviso aquel secador de sus manos, haciendo notar la pequeña línea entre ambos ojos debido a la presión del ceño fruncido.

El aludido simplemente ignoró la presencia de su pariente en el sanitario, tarareando suavemente una canción mientras conectaba el aparato a la electricidad, además de una pequeña y práctica onduladora que luego lo ayudaría a recuperar el volumen perdido por su ahora opaco cabello.

Sin embargo, la tarea no sería tan fácil, ya que en menos de tres segundos y sin siquiera haber podido encender alguno de los electrodomésticos, todo tipo de iluminación desapareció de la casa.

Ya no había electricidad.

El moreno gritó, harto de la situación en la que se encontraban y corrió hacia su habitación, vistiéndose rápidamente con la ropa que había preparado anteriormente sobre su cama, apenas calzándose sus zapatos antes de casi arrancar la llave del automóvil frente a la casa de su respectivo llavero.

—¡DongHyuck!, ¡DongHyuck no lo hagas!

Enfurecido, pisoteó hasta por fin encontrarse fuera del ante jardín, a pesar de los gritos emitidos por sus familiares, quienes decidieron no romper las reglas al ir tras él, para que se detuviera.

Porque ¿Era en serio? No podían culparlo, llevaban apenas tres días intentando sobrevivir a ese absurdo juego y sentía que ya comenzaba a volverse loco. Gracias a la falta de agua el tiempo de sus duchas debería acortarse al menos en un cincuenta por ciento y ni hablar de la dieta que ahora mismo llevaban, a base de carbohidratos y grasas dañinas para su cuerpo porque no tenían nada más. Se rehusaba a vivir de esa forma un segundo más, debía salir de esa casa a como diera lugar.

Pero, nuevamente, sería una misión imposible.

Tras abrir la puerta del piloto, denso y blanquecino humo comenzó a esparcirse alrededor de su esbelto cuerpo, entrando por sus fosas nasales e hipnotizándolo hasta que no fue capaz de mantener su respiración, terminando por caer inconsciente sobre el asfalto.

—¡Dios mío, está muerto!

—¡Cierra la ventana, JiSung!

Horrorizado, hizo lo que le fue pedido, cerrando también todas las cortinas con vista a la que ahora era la zona de un cadáver.

Aún no podía creer lo que acababa de presenciar. Dios. Su hermano acababa de morir y él sólo podía pensar en su estómago rugiendo de hambre.

¿Cómo es que habían llegado hasta esta situación?

Hace una semana se encontraban todos los miembros de la familia reunidos para celebrar su estadía en la residencia, juntos por un par de semanas al año como ya se había vuelto tradición.

Sus abuelos, dueños de la vivienda, eran quienes más entusiasmados se encontraban, pues tener a todos sus nietos reunidos para hacerles compañía era simplemente espectacular.

Aunque no solo ellos, sino también sus dos hijas, quienes al no poseer descendencia alguna más que sus queridos sobrinos desarrollaron una especie de vínculo con ellos. La menor estaba casada, así que no se encontraba totalmente sola. La mayor había creado una relación mucho más profunda con los seis jóvenes, convirtiéndolos casi en sus hijos.

Les gustaba jugar en conjunto, sacar el lado competitivo que era completamente heredado y demostrar quién era el mejor.

Sin embargo, el último juego propuesto no era para nada como a los que estaban acostumbrados.

Las reglas eran fáciles de seguir para lo que creyeron que sería un día como máximo. Pero fueron muy ingenuos al pensar en ello tan ligeramente.

Ninguno tenía permitido sobrepasar la superficie perteneciente a ese terreno, es decir, no podrían salir a la calle o ir a otras casas. La casa construida en la pared trasera no se consideraba como ajena ya que se encontraba dentro del perímetro, así que de ella sí podrían entrar y salir en cualquier momento.

Hecatomb 》 NCT Dream (NoMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora