El lado Oscuero del corazo

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El cielo brillaba con un profundo color carmesí. Era como si un pintor hubiera derramado sobre él todos los tonos rojizos sobre su paleta y los hubiera esparcido con tanto desasosiego y descuido que no cabía duda que nunca nadie podría hacer un duplicado. Dejar de verlo era inevitable aún cuando su maleta con sus pertenencias esperaba para terminar de ser llenado. Era increíble cuantas cosas se podían acumular a lo largo de los años y cuantas cosas esperaban por ser empacadas. Aún así, Hoseok no podía dejar de preguntarse cómo podía meter dentro de la maleta siete años de su vida. Había mandado traer otra maleta adicional para guardar todos sus libros y apuntes y había decidido utilizar su maleta convencional para sus pertenencias. Pero aún así sentía que al ponerlo todo ahí dentro daría por terminada una fase de su vida que no estaba seguro de querer terminar.

Cuando el cielo empezó a adquirir un color púrpura y una o dos estrellas comenzaban a darle la bienvenida a la noche, Hoseok giró sobre sus talones y decididamente siguió acomodando el resto de sus cosas.Era inevitable que al guardar sus libros más viejos no recordara todo lo que había aprendido en ellos. Los recuerdos después de todo se guardan en el banco el tiempo, el tesoro más grande que jamás se puede poseer. Cómo había comprado esos libros incluso un mes antes de iniciar sus clases.

Luego de unos minutos, se encontraba ya repleto de libros y mientras metía cada uno de ellos no podía dejar de recordar la época en la que celosamente cargaba esos libros rumbo a alguna aula de clases que no volvería a pisar. Pero los libros ya no eran libros en sí. Su voz era lo que inundaba sus oídos y aún así dentro de la maleta se veía tan... inhumano.

Es engañosa la forma en que las cosas pueden cobrar vida entre tus manos, aún cuando no sean más que cosas, pensó el mientras tomaba ahora un libro. Hoseok rió para sí mismo, Tae se corrigió a el mismo y ahora su expresión cambió por completo. La voz de Tae resonaba en sus oídos como si hubieran pasados siglos desde que la había escuchado por primera vez ante el había estado tan nervioso que lo primero que había atinado a hacer era ponerse a hablar sin parar como guacamaya. Con una sonrisa se tiró en la cama, cerró los ojos y se dejó llevar por los recuerdos. Eran tantos que apenas terminaba uno cuando otro iniciaba. Recordó la vez que en tercer año, cuando sentía que el frío le congelaba hasta la médula de los huesos y un sentimiento de tristeza se apoderaba de el, alguien había estado ahí para ayudarlo y no dejarlo caer. La voz de Tae había estado gritando aun que parecía no funcionar hasta que se hubo desmallado. Hoseok ya le tenía mucho aprecio en ese entonces pero ni siquiera el estaba seguro de cuándo sus sentimientos habían cambiado. Era verdad que le había dolido que Tae no lo hubiera invitado a salir en cuarto grado, pero también le había dolido que Yoongi se hubiera portado de esa forma.

Todo lo que había sufrido durante los pasados tres años. Intentando que Tae hiciera las cosas correctamente, que se alejara del peligro, que no se metiera en problemas, cómo había decidido armarse de valor para poder acompañarlo hasta el final y asegurarse por el mismo que, en efecto, su amigo saliera bien librado de todas las cosas que le deparaban. Y ahora que las cosas habían salido bien... seguía sintiéndose miserable.

Hoseok se incorporó sentándose en el filo de la cama "¿qué esperabas? ¿Qué se convirtiera en tu príncipe azul?" pensó para sí mismo y se puso de pie con amargura para terminar la tarea para la cual se había retrasado demasiado. Seguramente la cena estaba por empezar y todavía le faltaba llenar  la maleta con su ropa. Rápidamente empezó a meter todo lo que ya tenía doblado y acomodado. Acomodó sus cosas que no usaría el día siguiente, pero no cupieron las risas y las tardes de bajo el árbol a orillas del lago. Cupieron sus calcetas, su ropa interior y sus bufandas pero sabía que las mariposas que le revoloteaban en el estómago cada que estaba cerca de Tae no se conformarían con tan pequeño espacio entre su chamarra de cuero. Finalmente cerró la maleta y lamentó haber dejado fuera su primera Navidad en el Internado,o las primeras lágrimas por amor. Respiró hondo y trató lo más posible guardar dentro de sus pulmones un poquito de melancolía y otro tantito de carcajadas de las pocas que se habían quedado pegadas en las paredes. Ya era hora de bajar.

Avanzaba lentamente, como si se despidiera de cada una de las cosas que ya habían dejado de ser cosas. Eran parte de un todo, de una experiencia de toda una vida. Como si su pesar hubiera nacido en todos los sitios donde ponía los ojos. Le remordía de sobremanera que en un futuro no muy lejano todo lo que ahora veía se convertiría en solamente un recuerdo, como un sueño del que no estaría seguro si había ocurrido o no. Pero lo que le daba más tristeza era el pensar si ocurriría de la misma forma con esas personas por las que había desarrollado un sentimiento de dependencia emocional mucho más grande de lo que hubiera jamás imaginado. TAE y Yoongi, no había nadie más. Era verdad que habían muy buenos amigos que habían surgido a lo largo de los siete años, pero ninguno se le comparaba en lo más mínimo a los sentimientos que tenía por Yoongi y mucho menos por TAE.

Sin embargo, Hoseok había dejado morir sus sentimientos por TAE desde hacía mucho tiempo. Habían pasado demasiadas cosas y el nunca había dejado de ser su mejor amigo ¿Cómo puede alguien llegar con su mejor amigo un buen día y decirle: "sabes qué estoy enamorado de ti"? Hoseok no era de ese tipo de chicos y como chico de lógica que era, ya había explorado sus posibilidades. El primer amor de escuela de tae había sido Mil Jae y frente a el, Hoseok  no tenía competencia.

Se preocuparía por él cuando enfermara y se aseguraría de sonreír cuando triunfara y de llorar con él cuando estuviera triste. Y eso ya lo hacía como su amigo¿para qué desperdiciar eso con un te amo? La gente suele decir que un te amo es lo más bello y reconfortante que se puede decir, para Hoseok era una tortura, como una bola de fuego atrapada en su estómago con ansias de salir pero que el se empeñaba en retener dentro con las esperanza de que un día se extinguiera, que las llamas dejaran de lastimarle por dentro o que dejara de querer escaparse, que se conformara con vivir ahí dentro, donde moriría junto a las ganas de abrazarlo, besarlo y estar junto a él para siempre.

Y luego con su segundo amor, el se había dejado caer todos los días. Había empezado a morir lentamente. Vivía como un árbol, de pie y aparentemente fuerte aunque por dentro ya no hubiera nada. Había días que dudaba de su existencia. Como si la muerte le hubiera llegado mucho antes, como si le siguiera los pasos, cada día, cada hora, cada minuto con cada tic tac del reloj. Pero seguía estando, ahí, parado junto a él aunque no fuera ya más que un fantasma. Y seguía estando ahí porque no estamos jamás donde morimos definitivamente, sino donde morimos día a día. Hoseok  había dejado de irradiar para absorber, vivía de las sobras, de la sonrisa que le dedicaba aunque no fuera con el fin que el esperaba. Vivía por sobrevivir, porque eso es lo que la gente hace comúnmente y no precisamente por el gusto de hacerlo. Porque había dejado de ser el mismo y porque, aunque le diera pena admitirlo, no estaba feliz con su felicidad. Aún cuando Jungkook fuera la persona que generaba las sonrisas de las que el se alimentaba.

Muy pronto, y sin darse cuenta, Hoseok ya había llegado al el comedor donde sus irremediablemente dos amigos le habían guardado un espacio en la mesa. Se sentó a la derecha de Tae, como siempre, mientras que Jungkook ocupaba el lado izquierdo y Yoongi los miraba bastante satisfecho al frente.. Tae sonreía, A Hoseok le costaba trabajo, pero compartió su sonrisa y celebró junto a él, gestos que no eran otra cosa que el reflejo de los de Tae,Nadie nunca se enteraría lo mucho que sufría en aquellos momentos porque ya no tenía personalidad, se había convertido en un espejo viviente

CAMBIO DE SENTIMIENTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora