Mediodía

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Tokyo Revengers y sus personajes no me pertenecen, son obra de Ken Wakui que cada día nos hace más canon el TakeMikey (alabado sea). Solo escribo por diversión.

Advertencia: esto es NSFW, solo vengo a antojar.

Sin lograr gobernarse a sí mismo y dejándose arrastrar nuevamente por una ansiedad completamente cuestionable, Takemichi volvió a presionar el botón del timbre de aquella casa amplia y vistosa a aquellas horas del día.

Mientras aguardaba impacientemente a que hubiese algún tipo de respuesta desde el interior, el rubio observó primero hacia un lado de la calle, luego hacia el otro; sintiéndose alguna especie de criminal juvenil a punto de ser atrapado en la peor de sus fechorías adolescentes Takemichi se alivió de que, al menos, aquel lugar fuese casi intransitable. Cambió el peso de una pierna a la otra, pasó sus dedos por entre sus cabellos ya un poco desordenados y carraspeó mientras retrocedía un par de pasos lejos de la puerta en un intento fútil por observar algo, lo que fuese, por encima del muro que separaba la calle del patio interno.

¿Por qué rayos estaba tan nervioso e insistente con el timbre sino estaba haciendo nada malo? Y no solo eso, ¡nadie lo iba a ver ingresando allí, su primera preocupación en todo aquel asunto! Takemichi se rascó la cabeza por enésima vez y, mientras por un lado intentaba calmarse pensando que durante un domingo al mediodía nadie podría verlo por allí por lo que se ahorraría las explicaciones innecesarias que seguramente no le saldrían con naturalidad...por el otro, la paranoia atacaba otra vez a su mente en forma implacable, torturándolo sin dejarle un segundo de paz.

¿Habría comprendido bien lo que habían hablado hacía un par de horas, cuando su teléfono móvil había sonado de imprevisto despertándolo en su cama sin saber qué día era y mucho menos qué hora? Luego de un intercambio de palabras que habían durado menos de dos minutos Takemichi juraba recordar bien lo dicho desde el otro lado de la línea con total claridad sin temor a equivocarse.

"Ven a casa pasado el mediodía, estaré solo. Bueno, estaremos solos, Takemitchy."

¿Y si marcaba su número para corroborar que todo estuviese bien? No, si algo hubiese sucedido de seguro...

Un poco más impaciente - todavía más - Takemichi rebuscó su móvil en los bolsillos y, mientras observaba la pantalla del mismo que marcaban más allá de las 13, no pudo evitar sonrojarse al recordar el tono impaciente y ansioso, la respiración incluso un tanto agitada solo con el pensamiento de...

Un ruido dentro de la residencia alertó a Takemichi en la soledad de la acera; recobrando las esperanzas y sabiendo que no había entendido mal, se aproximó de nuevo a las puertas de madera y sonrió como un tonto al oír el ruido de las llaves girando en la cerradura, la puerta abriéndose con brusquedad después.

Como Takemichi había estado con el rostro de frente al día soleado y un tanto caluroso que hacía, sus ojos habían quedado un tanto expuestos a merced de la luz solar durante varios minutos mientras aguardaba y aquello ahora le jugaba una mala pasada; cuando la puerta se abrió y el interior del corredor de entrada se presentó como un pasillo en semi penumbras, a Takemichi le costó horrores enfocar la vista en la persona que sostenía el marco de la puerta mientras lo observaba sin emitir sonido alguno.

Parpadeó varias veces, frunció el ceño y entrecerró los ojos, aproximándose aún con la sonrisa en el rostro.

— ¿Qué te sucede, Takemitchy? ¿Tanto te deslumbro?

La pregunta era tonta y dicha en broma, pero ambos rieron de manera cándida, ingenua, feliz. Poco a poco, la visión de Takemichi se fue aclarando y los cabellos rubios, largos y un tanto desordenados frente a él tomaron la forma que tanto conocía, la sonrisa que tanto le gustaba y tranquilizaba dibujada en el rostro de rasgos delicados; aún sin poder responder siquiera una simple broma, Takemichi estiró la mano hacia delante traspasando el límite de la puerta con el objetivo de tocar, de acariciar, de sentir un poco de aquello que para él era la perfección frente a sus ojos; el dorso de sus dedos rozó sin impedimentos la piel suave, tersa del rostro ajeno y, de un momento a otro, se envalentonó acercándose un poco más y ya sin poder evitarlo, buscó sus labios con ansiedad pero también con mesura, ternura, delicadeza.

A Escondidas [TakeMikey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora