Capítulo 2

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Jane despertó en una grande habitación. Sus ojos brillaron de emoción cuando vio por la ventana el paisaje de Londres.

— No me lo puedo creer. Estoy aquí - sonrió.

— Te dije que yo sí podía realizar tu sueño.

— ¿Podrías llamar a la puerta? ¿Por qué siempre tienes que asustarme de esta forma? - le preguntó Jane.

— Intentaré no volver a hacerlo. Ahora, prepárate. Tenemos mucho que hacer.

Gadel guiaba a Jane por las calles de Londres hasta llegar a una tienda de discos.

— He pensado que te adaptarías mejor si sigues haciendo cosas parecidas a las que siempre has estado haciendo.

— Vaya, parece que ya lo tenías todo pensado - Jane rio.

— Esta será nuestra tienda. Adelante.

Entraron en la tienda y observaron cada detalle de esta lentamente. Jane, como de costumbre se puso en la caja y le sonrió a Gadel mientras ponía la radio y sonaba otra de sus muchas canciones preferidas, Wings Of Tomorrow. En unos pocos minutos ya estaba repleta de gente que quería comprar.

Pasaban las horas y cada vez venía menos gente. Cerca de las siete de la noche, un chico de cabello largo y rizado, era perseguido calle abajo por una multitud. Con suerte, consiguió despistarlos por un momento y decidió que sería una buena idea, esconderse en aquella tienda de discos.

— Perdone mi repentina entrada — dijo él.

— No te preocupes... — Jane se sorprendió al tenerlo en frente.

— Supongo que me has reconocido — Joey se puso nervioso.

— Sí, pero tranquilo. No voy a perseguirte — Jane rio.

— Es bueno saberlo — él también rio.

— ¿Qué estás haciendo por aquí? — ella se atrevió a preguntar.

— He venido con la banda a grabar nuestro próximo disco — contestó él — Por cierto, soy Joey, aunque eso ya lo sabes.

— Es cierto — Jane sonrió — Soy Jane. Encantada de conocerte, personalmente.

— Lo mismo digo. ¿Trabajas aquí? — Joey preguntó.

— Eh sí... Siempre me ha gustado estar aquí — la joven sonrió con timidez.

— Se nota en tu mirada que te gusta estar aquí. Antes de entrar, me he fijado en la sonrisa que tenías mientras desembalabas esa caja — decía Joey.

— Siempre he amado la música — contestó Jane.

— Hola muchachos.

La voz de Gadel les sobresaltó. Ambos sonrieron avergonzados.

— Lamento haberos asustado.

— Es ya una costumbre. ¿No crees? — Jane se cruzó de brazos.

— Yo debería irme... — susurró Joey.

— Sí claro — contestó Jane nerviosa.

— Podríais quedar mañana para tomar un café...

Los dos se sorprendieron por la sugerencia de Gadel y se sonrieron nerviosos.

— Sí. Si no te importa... — decía Joey.

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