Paris:

519 53 38
                                    

Ahora es cuando siento que quiero escapar, que necesito escapar de todo. De mí todo. ¿Acaso he hecho algo malo? Nunca robé, detesto el sabor al alcohol; así qué tampoco tomo, no me drogo y no fumo. ¿Qué fue lo que hice mal? Tan solo tengo diecisiete años. ¿Qué pude haber hecho en diecisiete años? ¡Ni siquiera me he hecho un tatuaje o perforación! Tengo esta sensación desde que todo lo que me quedaba, se marchó, me dejaron, todos. Me dejaron sola. Nadie se preocupó jamás por mí, nadie me decía que prestara atención en clase, o me comportara. ¿Por qué? ¿Alguien lo sabe? No. Nadie. Es absurdo. Todo esto es más que absurdo. Soy tan idiota, no debo confiar en todos. Lo entendí, si esto era una especie de prueba, ya aprendí mi lección. ¡¿Escuchan?! ¡Quien quiera que me haya esto hecho! ¡Ya basta! ¡Lo comprendo! No tengo amigos, familia, solo un estúpido novio que se pasa de listo. Necesito un descanso de todo esto.

– ¡Despierta, mierda! –Un grito hace que me sobresalte. No de nuevo.

Froto mis ojos con ambas manos y me encuentro con mi estúpido novio a horcajadas sobre mí.

– ¡¿Qué haces, imbécil?! –Digo empujándolo, y al segundo me arrepiento de haberlo hecho, siempre me arrepiento.

Me mira serio. Como siempre.

– ¡¿Quién te crees que eres?! ¡Ve a preparar el desayuno! –Te odio.

Me levanto con rapidez y corro hacia el baño. Mi única escapatoria los últimos meses. Cierro la puerta de este y observo un moretón en mi antebrazo.

– ¡Paris, apúrate o yo mismo haré que te lamentes!

Y otro en mi pierna derecha.

– ¡Eres una idiota!

Y en mi ojo.

– ¡Maldita sea! ¡Sal de ahí o romperé la puerta!

Y no podría enumerarlos, se me acabaron los números.

– ¡Que abrieras la puerta! –Dice entrando en el cuarto de baño. – ¡Eres una perra! –Me empuja hacia la bañera, pero me sostiene del brazo apretándolo con fuerza.

– ¡Déjame! –Grito.

– ¡¿Cómo quieres que te deje si no haces lo que te digo?!

–Por favor, detente. –Siento como está presionando mi brazo con su mano.

– ¿Prepararas el desayuno ahora?

– ¡Si! Mierda, déjame. –Al fin me suelta. Como lo odio.

Voy hasta la cocina, de lo que solía ser mi casa propia, ha sido invadida. Por mi novio.

Abro el refrigerador buscando algo que pueda preparar, pero no hay nada allí. Por un segundo me preocupa su reacción, pero solo saldré a comprar algo. Tomo una galleta, la última.

–Eh, Evan. –Digo bajo, pero lo suficiente como para que me escuche.

– ¿Qué quieres? –Pregunta entrando a la cocina.

–Yo... iré a comprar algo para preparar.

–Bien. No te tardes.

Fui hasta la habitación, también invadida, y me cambié de ropa. Luego me coloqué algo de maquillaje en los moretones y salí.

Fui con mi auto, el auto más viejo que pueda existir, y salí. Decido dar unas vueltas por Mullingar, hace mucho no salgo y debo aprovechar esta oportunidad.

*

Al parecer, hace demasiado que no salgo de casa. Hace tres horas salí de esta, solo quería ir a algún centro comercial lo bastante lejos para pasar un rato, pero no tanto como para perderme en una ciudad así de grande.

Libres ·njh [terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora