SEMPITERNO

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Después de la visita al departamento de Kuma Chan, solo le restaba esperar mientras seguían trabajando el segundo tomo que había llegado justo en el tiempo límite, fue recibido con júbilo a pesar del tormento que significaba trabajar en dos proyectos al mismo tiempo, todos querían conocer el desenlace de esa historia que les había robado el corazón, extrañamente se sentía demasiado real para ser ficción cada trazo en el dibujo pero lo que realmente te atrapaba era la manera tan realista en la que contaba esa historia el autor, no imaginaban quien era capaz de escribir algo así, el único afortunado de conocerle personalmente eran el presidente de la compañía y su editor en jefe.

En el segundo tomo, el protagonista nos muestra pasajes de su existencia en diferentes épocas de su historia así como de los diferentes lugares que visito en su peregrinar nocturno, donde conoció mujeres y hombres que le amaron de manera incondicional, hubo un amor especial que mereció cerca de seis páginas un hombre joven de cabello oscuro, cuyo nombre era Masamune, un hombre atractivo del cual sintió atracción que con el tiempo se transformó en amor, pero este al igual que el, nuestro protagonista fue solo un vil sustituto de otro en el corazón del moreno, cuando descubrió al joven pequeño de ojos verdes que era a quien el sustituía, no cabía duda que nuestro protagonista no se comparaba en nada a ese chico, este era más alto y más fornido, mientras que el otro cuyo nombre era Onodera era un joven delicado y exquisito de buena familia pero este debía casarse con una doncella heredera, un matrimonio por conveniencia, sin querer recordó su propia historia.

En consecuencia, tomo la decisión de apartarse, aunque eso le rompiera el corazón porque al igual que el, Masamune tenía tan poco de su amante por el cual fue capaz de asesinar y ser castigado viviendo una vida sin sentido, se engañó, no mejor dicho ambos se engañaron al pretender amar al otro, por lo menos Masamune tomo valor y huyo con ese muchacho lo último que supo fue que en un país lejano vivieron juntos hasta el final de sus días.

Su peregrinar continuo una década más hasta que un día se cansó de amores efímeros y de recuerdos dolorosos, porque sin importar el lugar en el mundo, las personas a su alrededor el siempre recordaba a aquel que se llevó su corazón al dar su último aliento, vivió solo todos esos años, no valía la pena el dolor de la pérdida, se dedicó a viajar explorando el mundo, se convirtió en nómada viviendo de noche eternamente.

Un día cansado de todo, regreso a Japón pasaron meses en lo que se acostumbraba a la vida moderna de su país natal, era sorprendente ver como había cambiado todo, a pesar de preservar su cultura era novedoso ver toda la tecnología que estaba presente en su país, cuando pensaba que ya nada lo sorprendería lo vio justo, como la primera vez, si bien vestía diferente y parecía un poco mayor, su piel, su voz, su esencia era la misma, estaba saliendo de una tienda con detalles en color pastel, corrió con todas sus fuerzas para alcanzarlo, sabía que él no le reconocería pero no le importo sus piernas de inmediato se movieron hacia él, era oscuro desde su acera pero donde estaba era todo luz artificial, jadeante a unos metros de alcanzarlo, se detuvo en seco y entonces lo comprendió, había llegado tarde detrás de aquel alguien le tomaba la mano una hermosa castaña, ella estaba embarazada y sonreían maravillados posiblemente por el contenido de esa bolsa que el cargaba, la beso en los labios, con sumo cuidado y la dio un abrazo protector.

Lagrimas cayeron de sus ojos como esa vez en la que él se fue, pudo sentir en carne propia lo que el experimento cuando el mismo le dijo que debía casarse, esos labios no eran suyos y ya no lo serían él estaba con una mujer hermosa, de mirada cálida y ella le daría eso que el nunca ni en sus más locos sueños podría darle una familia, en el último panel del manga solo se observaba un hombre solitario que se limitó a mirar desde lejos a aquel que ya había entregado su corazón a alguien más, espero décadas, siglos por él y cuando por fin lo encontró era demasiado tarde.