1. Adiós, Batman: La historia de cómo nos quedamos sin Dungeon Master
La verdad es que la despedida se hizo un poco más dura de lo que se esperaban. Principalmente, porque ni siquiera se habían llegado a plantear que les pudiese apenar alejarse de ese pequeño pringaillo que se les había pegado en primer curso. Pero ahora él se mudaba a Chicago por algún pronto que le había dado a su madre, y ellos no podían evitar entristecerse aunque fuera un poco mientras su amigo sacaba las maletas al porche de su casa.
-Tío, no me puedo creer que te largues -gimoteó Seth mirando como las soltaba en el suelo. En cuanto el chico estuvo libre otra vez, su amigo hizo un ademán de darle un abrazo, pero Bruce entró en pánico ante la mera idea de contacto humano con alguien que no fuera su madre-. Vale, vale. Tranquilo, tío, no te toco -dijo bajando los brazos.
-Graciaz -murmuró él, con aquel ceceo que arrastraba desde que le habían puesto los brackets hacía ya la tira de tiempo. Soltó una risilla nerviosa mientras se recolocaba las gafas-. Yo también oz echaré de menoz.
Russell sonrió y le tendió la mano.
-Espero que no te peguen mucho en tu nuevo instituto -dijo.
-Yo también -susurró, estrechándosela. Seth, por su parte, lo miró horrorizado.
-¡Russell, tío! ¿¡Pero cómo le puedes decir eso a nuestro pequeño e indefenso Brucey!? -Abrazó la cabeza de Bruce, y le dio un besito-.Tranquilo, tío, nadie te va a pegar.
Él agitó los brazos, mientras gritaba algo que sonaba como "¡Ezpacio perzonal!, ¡Ezpacio perzonal!", visiblemente asustado.
Russel lo señaló, encogiéndose de hombros.
-¿Pero tú lo estás viendo? ¡Hasta yo le pegaría! ¡Simplemente es un deseo sincero y saludable! -se defendió.
-¡Eh, Brucey! ¿Te quieres dar prisa? ¡Vamos a perder el avión! -La señora Wayne tamborileaba impacientemente con los dedos sobre el canto de la puerta del taxi. La verdad es que esa mujer nunca había sido demasiado simpática. Protegía al chico como si cualquier otro ser humano de la Tierra se lo fuese a arrebatar, por lo que nunca había mostrado especial cariño hacia los amigos de su hijo.
Este consiguió deshacerse del abrazo de Seth, medio temblando, y respirando con dificultad.
-Bueno, camaradaz míoz, me tengo que marchar -se despidió, y echó a correr hacia el vehículo con las maletas, de una forma que recordaba totalmente a un velocirraptor.
A Seth se le llenaron los ojos de lágrimas, y medio lloriqueando gritó hacia el coche "¡Suerte, Brucey!". Russel fue más normal y se limitó a despedirse con la mano. Ambos observaron tristemente como el taxi se alejaba con su compañero dentro.
Era raro pensar que habían pasado ya casi cuatro años desde que leyeron en las listas de clase que estaban en la misma que un tal Bruce Wayne. Aún recordaban lo emocionados que estaban ante la mera idea de que Batman fuese su nuevo compañero de clase, y también lo decepcionados que se sintieron al descubrir que no era más que un niño raro con zapatos ortopédicos. Aún así, y aunque Brucey no fuera el caballero oscuro, le habían acabado cogiendo cariño.
Unos minutos después de la amarga despedida, Russel decidió romper el silencio.
-Si te digo la verdad, le voy a echar de menos -dijo metiendo las manos en los bolsillos de su chaqueta-. ¿No crees, Seth?
Su amigo no respondió.
-¿Seth? -Russel se giró para comprobar que, en contra de sus suposiciones, a su amigo no le había dado un jamacuco, sino que directamente había desaparecido-. ¿Seth? ¿Dónde coño te has metido?
-¡Eh, tío! ¿A que no adivinas qué pequeño caballero de la noche se ha dejado la puerta abierta? -dijo este mientras asomaba la cabeza desde el interior de la casa de Bruce.
-¿¡Pero qué...!? ¡Seth, eso es ilegal! ¡Allanamiento de morada! ¿Te suena?
-¡Oh, vamos, tío! ¡Por los viejos tiempos! -insistió Seth.
-¿¡Pero qué viejos tiempos ni qué niño en vinagre!? ¡Se acaba de ir, los viejos tiempos fueron ayer mismo! ¡Sal de ahí!
-¡No!
-Seth -suspiró Russel-. Te lo diré por última vez. Sal de ahí.
-¡Que no! -insistió el otro.
-Seth... -dijo él, con tono de advertencia.
-Pues me vas a tener que sacar tú. -El aludido sacó la lengua y se metió en el interior de la casa. A Russel no le quedó más remedio que ir a por él, preguntándose en qué momento de su vida había aceptado el papel de madre de su amigo.
No tardó demasiado en encontrarle. Estaba en el sótano de la casa, lugar donde cada viernes desde que se conocían, jugaban a Dragones y Mazmorras. Seth estaba sentado en su sitio habitual: una silla plegable situada a la derecha del andrajoso sillón en el que se solía sentar Bruce para liderar el juego.
-Tío... Tío... ¡Tío! -Seth parecía al borde de las lágrimas
-¿Qué tripa se te ha roto ahora? -preguntó Russel, cansado ya de los líos de su amigo.
-Qué me acabo de dar cuenta... Me acabo de dar cuenta de que... Nos hemos quedado sin Dungeon Master...
-Seth, por favor. Tampoco es para tanto, encontraremos otro... -empezó a decir, pero el otro no le dejó terminar.
-¡No podemos sustituir a Batman! ¡Es Batman! -Giró la cabeza bruscamente para mirarle a los ojos. Puso una cara muy rara. Algo así como una especie de puchero-. ¡Y mira! -Señaló a su alrededor-. ¡Se ha dejado los muebles! ¡Eso quiere decir que volverá!
-No, eso quiere decir que han pasado de llevarse un sillón andrajoso y dos sillas plegables. Además, ¿cómo quieres que juguemos siendo sólo dos personas?
-Pues... No sé, tío... ¿Por Skype? Por Skype podemos jugar con Brucey.
-Te recuerdo que estamos hablando de Bruce, el eterno negado de los ordenadores. -Russel puso los ojos en blanco.
-¡Un friki que no sabe manejar un ordenador! ¿Tú sabes la de hostias que se va a llevar en esta vida? No deberíamos haber dejado que se fuera. -lloriqueó mientras jugueteaba con sus dedos.
-Cálmate un poco. Histérico. Que eres un histérico.
-¡Y tú un insensible! ¡Que se nos ha ido el niño! -respondió gesticulando exageradamente.
Russel suspiró, echando la cabeza hacia atrás.
-Tú lo has dicho: ido. No muerto. Cualquier día le llamamos y hablamos con él. Ahora, por el amor de Dios, hazme caso y vamos a buscarnos otro.
Seth pareció pensárselo unos segundos. Abrió la boca varias veces, como para protestar, pero no llegó a decir nada. Por suerte, Russel ya llevaba unos cuantos años acostumbrado a los histerismos de su amigo. Si no, probablemente ya le habría pegado una torta.
-Vale -dijo al fin-. ¿Pero cómo? ¿Cómo planeas sustituir a nuestro pobre Brucey?
------------------------
Hola, gente! Sé que hace mucho que no escribo nada, a parte de que quité la otra nove porque había algunas cosas que no me di cuenta cuando las escribí, pero que eran bastante ofensivas D: Lo siento mucho :'c
Bueno, espero que os animéis a leer esta y que me deis likes y comentarios :D. La estoy escribiendo a medias con mi amigo MediumClaudio. La historia es mía y la estoy escribiendo yo, pero los personajes son suyos, él me edita los fallos y también ha hecho la portada ^u^.
Bueno, ¡muchas gracias por leer, y un abrazo muy fuerte a todos y a todas! XOXOXO <3
PD: Brucey en la multi :D
ESTÁS LEYENDO
The Dungeon Master
Novela JuvenilDesde que se conocen, Seth, Russell y Bruce se reúnen todos los viernes en el sótano de este último para jugar a Dragones y Mazmorras. Al menos, hasta que un día, Bruce desaparece de sus vidas, y a Seth y Russell, cegados por la desesperación, no se...