No le importaba que fueran las tres de la mañana.
No le importaba que hubiera una inmensa tormenta eléctrica sobre su cabeza.
No le importaba mojarse.
No le importaba si se enfermaba por correr por las calles de konoha, en medio de una tormenta, con solo una camisa y pantalones cortos.
No, nada de eso le importaba. Cualquier consecuencia se trataría cuando llegara.
Algo mucho más importante estaba en su mente. Ese algo era precisamente la razón por la que corría.
Fue ese sueño. Ese horrible sueño grotesco, que la atormentaba, la torturaba y la hacía literalmente cubrir las sábanas con su sudor frío.
Tenía que asegurarse de que todavía estuviera allí, todavía a salvo en Konoha. Que todavía estaba en su apartamento, soñando, comiendo ramen, cualquier cosa. Mientras él estuviera ALLÍ.
Se topó con un gran charco de barro al doblar una esquina y se cubrió la mitad de la pierna derecha con la sustancia oscura y húmeda.
Y aun así corrió. Nada importaba excepto llegar a él lo antes posible.
El cabello rosado se balanceaba hacia adelante y hacia atrás, aferrándose a su camisa mojada y rebotando de nuevo con sus movimientos. Sus ojos verde claro tenían una mirada directa.
Otro giro y otra calle, y llegaría a su apartamento. Tenía que correr más rápido. Otro rayo atraviesa el cielo, seguido pronto por el retumbante sonido de un trueno que resuena en todo el pueblo.
Soplos de aire pesado escapan de los labios de la joven de cabello rosado mientras sigue corriendo.
Sus ojos se entrecierran con un recuerdo horrible. Ese sueño parecía seguir burlándose de ella con su constante presencia en sus pensamientos.
La sangre, los gritos y los gritos incoherentes, las súplicas y los gritos, y esos ojos. Ojos de un azul intenso y profundo, mirándola fijamente durante una fracción de segundo, antes de perder toda la vida y desvanecerse en un azul apagado y apático. Una mano magullada y maltratada la alcanzó y luego se derrumbó lentamente hacia el suelo.
Las gotas de agua salpican por todas partes mientras el cabello rosado se sacude de un lado a otro. La joven tratando desesperadamente de borrar esas horribles imágenes de su mente.
Sus pies se detienen de repente. Su respiración entraba y salía a un ritmo rápido. La lluvia caía sobre su rostro y se deslizaba hacia su barbilla. Sus ojos verdes mirando fijamente a la ventana solitaria en la parte superior de un apartamento de aspecto antiguo.
Tenía que demostrar que estaba equivocada ahora. Tenía que hacer desaparecer este sentimiento paranoico en su mente. Tuvo que hacer que este doloroso dolor en su corazón se detuviera. Al verlo por sí misma, él todavía estaba vivo. Sus ojos aún brillaban con bondad y picardía inmadura. Su estúpida pero linda sonrisa todavía estaba presente en su rostro. Que todavía estaba vivo. Eso fue todo.
Echando una última mirada a la ventana, la joven de cabello rosa se abre camino hacia los apartamentos. Sus pies ahora reaccionan a la intensa paliza que le dieron por tener que correr casi cuatro cuadras.