- ¿Así que ya lograste independizarte? - El mexicano asintió con energía al tiempo que ensanchaba su sonrisa.
- ¡Así es mi compa! Y he venido aquí a hacer negocios contigo y a pedirte un préstamo en nombre del Imperio Mexicano. - La antigua colonia extendió su mano hacía el mayor, pero este solo se le quedo viendo.
- ¿Acaso tienes algo que ofrecerme? - El Imperio Británico se levantó de su asiento y pasó su mano suavemente por su escritorio a lo que caminaba tranquilo hasta el país que se encontraba parado del otro lado.
- P-pues ahorita no mucho, ¡p-pero podemos hablar de futuros negocios! - El británico se posicionó a un lado de México y le tomó la barbilla con delicadeza, haciendo que levantara su cabeza para poderle ver mejor la cara.
- No me interesa un vago futuro, quiero saber que puedes ofrecerme aquí y ahora. - El más bajo tragó nervioso, su país era un caos, una sexta parte de población había muerto en batalla, el gobierno se vio endeudado por los gastos de la independencia y el control del país estaba en manos de muchos y a la vez en las de ninguno.
- Y-yo E-es que ¿C-cómo- - La antigua colonia tomó por la muñeca la mano que le sostenía por la barbilla y hundió su rostro en su mano libre, había ido con el inglés sin siquiera pensar bien las cosas, le urgía el conseguir un préstamo y el ser reconocido como un país independiente, más no tenía como demostrar de manera eficaz que lo era.
- Como veo que no sabes que decir, te propongo un trato. - El inglés se colocó detrás del contrario y puso sus manos en su cadera, haciendo que un escalofrío recorriera al Imperio Mexicano de pies a cabeza. - Disfruta de este momento conmigo y luego pongo todo el dinero que necesites a tu disposición al igual que le anuncio al mundo mi reconocimiento del Imperio Mexicano como un país independiente. - El más alto pegó sus caderas al trasero del mencionado, haciendo que este chocara contra el escritorio frente a él.
- ¿Prometes hacerlo? - La antigua colonia se mordió la lengua después de eso, acababa de liberarse del Imperio Español y ahora tenía a este idiota que quería tener relaciones con él, pero no podía decir que no, todos sabían que el Imperio Británico era una potencia y el más grande prestamista, si él lo reconocía, muchos más harían lo mismo.
- Lo haré ahora mismo si eso gustas. - El Imperio Mexicano soltó un pequeño suspiro, nunca supo en que momento había estado aguantando la respiración. Fue él quien tomó la iniciativa, pegó su pecho en el escritorio y luego empujó su trasero contra las caderas del mayor, quien sonrió con malicia ante la aceptación de su propuesta. - Good choice. (Buena elección.) -
El Imperio Británico metió sus manos por la camisa del más bajo, recorriendo y acariciando con suavidad las recientes marcas de la guerra que el menor tenía por todos lados. Un leve sonrojo cubrió el rostro del chico recargado en el mueble, podía sentir su erección y la del otro despertar. - Sé gentil, p-por favor. - El británico levantó la delgada camisa del Imperio Mexicano hasta sus hombros, dejando expuesta su espalda y la gran cantidad de heridas y cicatrices en ella.
- El Imperio Español es realmente un monstruo. - El más alto depósito un pequeño beso en la parte baja de la espalda, ganándose un pequeño brinco y quejido por parte de su compañero. - Oh, ¿es esta un área sensible? - Una húmeda y caliente lengua pasó por aquella zona, robándole un suspiro al mexicano que se removía incómodo en el mueble.
- B-basta, ha-hace cosqui- ¡llas! - El Imperio Británico continuó chupando y lamiendo, disfrutando de las reacciones del otro ante tan simple acto. - ¡Ya! ¡Basta! - El mexicano intentó voltearse para impedir que su sensible espalda baja siguiera siendo atacada, pero las grandes y fuertes manos del británico se lo impidieron, indicándole con un fuerte apretón que se quedara quieto.