𝖑𝖊𝖙

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Let me
kiss you

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— ¡YangYang!

El niño de cabellos castaños alzó una ceja y ladeó su cabeza hacia el mayor que acababa de gritar su nombre. El de cabello negro sonrió de oreja a oreja abrazando a su amigo por la espalda mientras que este trataba hacer que su castillo de arena no se descompusiese.

YangYang sonrió de forma tímida a la vez que acariciaba el suave cabello de su mayor mientras que este, continuaba con la barbilla apoyada en su hombro, mirando con atención cada acción que el más alto hacía con sus manos en la suave arena.

— ¿Ahí vamos a vivir nosotros de mayores? — Preguntó Ten de forma inocente mientras que imaginaba una vida junto a su mejor amigo en un palacio de aquel material. Todo estaría hecho de una arena blandita y cálida en la que ambos disfrutarían.

— De mayor yo viviré con mi esposa.— Contestó de forma risueña aun sin mirar a su amigo. Este abultó su fino labio inferior descontento con la idea.

— Puedo ser tu esposa.— Dijo sin pensar si quiera en qué significaba eso

YangYang, quien era un poco más consciente del tema, alzó una ceja y al fin posó la mirada en su rostro mientras que reía levemente.

Ten no pudo entender la causa de su sonrisa sin embargo, no dejó de contagiarle igual.

— ¿Sabes qué significa eso?

— No.— Contestó con rapidez.— Pero suena bien, "Mi esposa." Eeespooosaaa.— Alargó cada vocal recalcando lo bien que se escuchaba aquella nueva palabra.

— ¿No sabes lo que es y quieres ser mi esposa?— YangYang jugaba con la ingenuidad del mayor.

Ten asintió con la cabeza de forma insistente y YangYang sonrió.

— ¿Qué significa?

— Es...— No sabía exactamente cómo explicarlo, su madre le había hablado del matrimonio alguna que otra vez sin embargo solo había comprendido una parte.— Es alguien con quien quieres pasar toda tu vida.

A Ten le gustó aquella idea.

— ¿Tú también serías mi esposa?

— No, yo sería tu marido.

— Suena bien.— Repitió.— Soy la esposa de Liu YangYang.— El mayor sonreía sin dejar de alardear de su ahora inconsciente y nuevo compromiso.

— No, Ten.— El castaño rió, dándose la vuelta para quedar frente a su amigo. Agarró sus manitas mientras que miraba el cegador brillo que se había instalado en sus ojitos.— No se hace tan fácil.

El mayor abrió la boca queriendo decir algo, mas no salió nada de sus labios. Toda aquella situación le provocaba una confusión bastante fuerte para su corta edad de diez años.

— ¿Entonces?— Preguntó con un puchero adornando su rostro.

— Tengo que hacer algo para que sea real.

— ¿El qué? ¡Hazlo! — Ten aplaudió con sus pequeñas manos, ilusionado.

— Tengo que besarte.

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