cara de piedra.

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La caja de Pandora la conocí buscando laburo, recuerdo haber llevado un currículum a su tiendita de comida y que me dijera sin ganas de vivir "El proceso se hace online", claramente como todo en esta era, sin embargo no me acostumbro a que todo sea así y mucho menos por esos días en los que andaba más anti sistema que nunca, era más anti sistema que el comunismo, porque claramente en el mismo también existe un sistema poco justo con los que menos tienen, los que verdaderamente tienen nunca dejan de tener. De todos modos que lo normalicemos no quiere decir que esté bien, digo ¿no?, ya que tengo una voz necesito utilizarla para ayudar a un bien común, que nos empecemos a cuestionar un poquito más todo lo que venimos aprendiendo. Teniendo en cuenta que el "hombre" evoluciona, supongo que con el tiempo evolucionamos lo suficiente para que nuestra consciencia comenzara a expandirse, y no por el contrario contraerse y sumirse en los vicios y tentaciones de lo mundano, lo que nos venden y compramos como moscas yendo a la luz de jardín, tal vez hasta sabiendo que nos estamos matando, pero sin poder parar porque es automático.
Nuestro cerebro se programa a través del aprendizaje, viene siendo transformado y moldeado a través de los años por todos esos medios de comunicación, todo nuestro entorno, incluso nuestros antepasados; todo eso forma parte de las condiciones a las que la mente se tiene que adaptar y nuestro ser acaba por formarse en base a las experiencias que nos encontramos en el camino. Por eso es tan normal que si nos decepcionamos en el pasado de una pareja nos sea tan complicado para algunas personas volver a confiar. Aprendimos a las patadas que algunas personas pueden decepcionarnos, pero también que nosotros pudimos haber estado en su lugar o en un futuro podríamos estarlo, decepcionando a alguien por nuestras acciones consciente u inconscientemente.
Al fin y al cabo ¿De qué estamos exentos? A todos se nos puso acá a nuestra suerte para que vivamos y todos hacemos lo que podemos y está a nuestro alcance. No sirve de nada señalarnos con el dedo y juzgarnos, sintiendo que somos superiores que alguien para decidir sobre su destino.
El flaquito que decidió sobre dónde yo debía enviar mi currículum me tiró abajo todas las expectativas ya que supuse entonces que así sería en cada tienda que visitara, por lo tanto me frustré y no solo tiré la toalla, sino que la hice de goma. Usando mi experiencia como una excusa, no hice una mierda y dejé de buscar, al menos por ese día un par de choques con la realidad más tarde. Nunca antes había sentido tanta bronca y ganas de llorar. Treinta currículum impresos al pedo, me los recibían pero ni los miraban y si lo hacían era para reírse de la foto poronga que tuve que poner. Era la más normal que tenía.

Del suceso apenas transcurrieron dos semanas, recibí un llamado. Justo cuando pensé que me había quedado sin posibilidades me llaman de Rappi, aunque por derechos de autor prefiero llamarle Kappi, total todos sabemos a la empresa exploradora de pibes a la que me refiero.
Listo, era yo, tenía una bici y muchísimas ganas de generar ingresos así que agarré el laburo sin dudar. No, en ese momento no lo pensé y tampoco me importó quedar con el orto cuadrado después de recorrer kilómetros más rápido que el rayo Mcqueen para que no me bajen puntos por entregar comida fría. Quería lo mismo que cualquier joven adulto: plata, plata, plata e irme de la casa de mis viejos.

HISTORIAS DE M!ERDA (en la cotidianidad.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora