Soledad

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Albus Dumbledore, a dejado todo lo que tenía y conocía por esperar al que es el amor de su vida, a comprado una bella casa y la adornado como siempre deseo.

Era una casa blanca, al pie de una montaña, estaba cerca de un río y plantó lirios, azucenas y naranjos, en las ventanas plantó geranios y en la entrada plantó un rosal de rosas blancas.

También plantó un almendro bajo la sombra de un sauce y un ciprés, rodeo la casa con menta y busco su túnica de gala, mando la dirección a la persona que amaba y esperó.

Por varios tiempo estuvo sentado frente a la chimenea, mientras oscureció y se quedó dormido frente al fuego, así paso el tiempo. La primavera paso y con ella llegó el otoño.

Volvió a su amada escuela donde veía a sus alumnos crecer, cada año era la misma rutina con su vida, se había vuelto monótona ya que cada fin de semana hacía lo mismo.

Ponerse una de sus túnicas de gala y esperar hasta quedarse dormido frente a la chimenea, eso era casa primavera, luego durante el verano se dedicaba a cuidar el jardín.

Pasaba los ratos de soledad, recordando su infancia y los momentos que pasó al lado de esa persona, cada día esperaba recibir una carta de él, pero eso jamás pasó.

Cada año que pasaba, él se hacía más viejo, pero la esperanza de reunirse con Gellert Grindelwald, eso habían acordado ambos, reunirse en aquella casa y vivir juntos.

Lo único que Dumbledore sabia era que el hombre había viajado a su país, de allí solo le quedaba esperar a su regreso, la única compañía que tenía era a su Fénix Fawkes.

Algunas veces tenía las visitas de sus compañeros de trabajo o de sus ex alumnos, que para él eran como sus hijos y nietos, adoraba cuando las visitas provenían del matrimonio Potter, Black y Lupin.

También le agradaba tomar el té, con Minerva y Pomona que les gustaba visitarlo durante el verano y en vacaciones de invierno, aún así cada primavera su rutina era igual.

A pesar que ya habían pasado 30 años, el seguía esperando al hombre frente la chimenea, incluso había aprendido a tejer para estar entretenido, por las mañanas salía a ver las flores llenas de rocío.

Recolectaba almendras y naranjas y las llevaba al colegio, así sus nietos comían de lo que el con tanto amor cuidaba, su hijo adoptivo le había dicho que fuera a vivir con él, pero se reuso.

Estaba decidido a seguir la espera, sin importar cuánto esperara la misma, estaba más que seguro que su amor llegaría y estarían juntos, pues él sabía que cuando hay amor, la soledad no es nada.

Su hijo Tom lo visitaba más seguido, pues temía por la vida del anciano, que ya era muy mayor le había dejado el día anterior sentado en la chimenea, y no le extraño verlo allí cuando llegó por la mañana.

Se dispuso a ir a cuidar el jardín, su padre ya no podía por su avanzada edad, pero el canto del fénix lo detuvo, era un canto triste y cuando se acercó le vio llorando, tirando todo salió hacia la sala.

Allí estaba su padre, vestido con una túnica de gala como cada fin de semana, sentado frente a la chimenea con los ojos cerrados y una suave sonrisa, su cabello blanco y su larga barba bañados por la luz del sol que entraba lentamente por la ventana.

Se acercó lentamente y al ver que no respiraba, callo de rodillas, había perdido a su padre. Cómo pudo les aviso a los amigos del anciano y con cuidado lo movió a la cama, dónde le dió un beso en la frente y lo dejo descansar.

Jamás llegó su amor, pero jamás se rindió tampoco y eso lo hizo sentir orgulloso, cuando le dieron sepultura fue en su jardín que por años cuido con tanto amor, Tom prometió seguir cuidando de el.

Harry luego de la muerte de su abuelo, o como le gustaba llamarlo, encontró datos del hombre que su abuelo por años espero y se los entregó a Tom, quien lloro frente a los Potter al leer la investigación.

Gellert Grindelwald, había muerto 3 meses de haber llegado a su país, murió a manos de un familiar que se oponía a que esté se uniera a un mestizo y Albus nunca se llegó a enterar.

Para Tom, su padre ahora estaba con la persona que más había amado, y que estaba seguro que el otro también amaba, no cualquiera acepta la muerte por amar a otra persona.

Fin.

Celeste774esta es donde me conmovió Dumbledore, espero tu opinión de esto

Esta historia está inspirada en la canción La Espera del cantante español José Luis Perales el final, lo adapte de la otra canción del mismo de nombre Le Llamaban Loca, que según dijo él, son como una misma historia, bueno espero les guste, yo no soy fanática a este personaje pero no se me pareció justo hacerle una historia.

No tengo nada más que decir así que;
Sayōnara watashi no chīsana kumo

No tengo nada más que decir así que;Sayōnara watashi no chīsana kumo

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10 Sentimiento, 10 CancionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora