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Hwang Hyunjin conoció a Han Jisung en tres ocasiones.
La primera vez que lo vio estaba caminando tomado de la mano con quien él supuso sería la madre del niño. Usaba un short café oscuro con tirantes y una camisita blanca metida, su cabello era castaño bastante claro que incluso cuando el sol le pegaba podrías jurar que en realidad era rubio. Sin embargo lo que más le llamó la atención a Hyunjin fue la sonrisa del infante, nunca en su corta vida de ese entonces 8 años había visto una sonrisa tan resplandeciente que lo haya dejado encandilado.
El niño era bastante energético y por lo que podía ver también curioso, miraba al mundo con esos grandes ojos cafés brillantes maravillado, se notaba desde donde se encontraba escondido el azabache aquel resplandor de curiosidad genuina.
Lo observó por un tiempo indeterminado, la madre del chico parecía estar haciendo las compras yendo de puesto en puesto de aquel viejo mercado mientras sostenía firmemente la mano de su hijo quien tendía a quedarse atrás por detenerse a observar algo que le llamase la atención.
El pequeño Hyunjin no sabía describirlo en ese momento y menos con su poco repertorio de palabras pero se sentía, quizás, atraído hacia aquel niño. Sentía que quería ir y hablarle, decirle un pequeño y mísero hola, saber su nombre y quizás incluso tocar con su pequeño dedo índice la regordeta mejilla ajena. Solo quería ir y estar cerca.
En un momento notó que, debido a que su madre lo había jalado ligeramente para que avanzace al haberse quedado distraído nuevamente, del bolsillo del chiquillo salió lo que parecía ser un pedazo de tela. No lo pensó mucho y cuando los dos se habían retirado lo suficiente de la zona el pequeño Hyunjin salió corriendo y tomó entre sus pequeñas manos aquella tela, era realmente un pañuelo sencillo color crema y en la esquina inferior derecha tenía una elegante J bordada con hilo rojo.