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tac. tic. toc.

23. 59' 59"

00. 00' 00"

milisegundos. centisegundos. decisegundos. cada fracción de tiempo no hacía más que aumentar la angustia flagrante en su pecho, su atención acaparada por aquellas agujas del reloj, por aquella fecha marcada en el gran calendario:
acompañado de corazones, fotos polaroids a sus alrededores, dibujos y stickers. el número 21 sobresalía entre los demás, brillante en la más penumbrante oscuridad de aquél triste cuarto.

¿de qué servía el tiempo? ¿de qué servía esperar por algo que sabía que no ocurriría? oh, aún cuánto lo deseaba. cual niño regañado, el chino guarecía bajo sus sábanas, no queriendo soltar el escaso pico de esperanza dentro de su raquítico cor;pizcas plagadas de lamento amenazando con desbordarse, perniles aplastandose contra el tronco. taquicardia, su respiración agitada. más sus manos no se movían. todavía no había caído. tendría todos los segundos necesarios para oír la promesa pendiente de ellos. no lo defraudarían.

ese no era más es el tiempo en su nueva vida diaria: una línea larga, una secuencia de momentos que podía ordenar, que tenía una dirección predilecta, que podía medir con relojes, estando todos de acuerdo con los intervalos de tiempo entre dos diferentes momentos a lo largo.
donde la línea a la izquierda era su pasado, la de la derecha su futuro. la del medio su presente.
donde a la izquierda podía colocar los mejores momentos de su relación, cuando aquellos dos jovenes se acercaron a él para preguntarle sus gustos. cuando ambos muchachos lo conducían bajo la luz de la noche, en sus muchas escapadas, para poder compartir el finito universo a través de sus profundos orbes. quedándose horas solo escuchando al extranjero hablar acerca de las constelaciones, cuerpos celestes, estrellas... el dilema universal. donde el pequeño sabía que no entendían sus divagaciones pero el saber que no se irían calentaba lo más profundo de su ser.
donde al centro era incapaz de colocar un hecho que haya provocado aquél cambio, cuando el por qué los chicos que le hicieron sentir más que amado se alejaron de él, las mentiras indundaban sus conversaciones, las señales físicas entre ellos, el parvo contacto amoroso, dejaron de ser dudas, convirtiéndose en culpa. donde el mayor no era lo suficientemente hábil para descubrirlo por su cuenta. cuando los minutos pasaban a medida que intentaba recordar qué tan malas eran sus acciones, qué tan egoísta pudo sonar, qué podía hacer para revertir lo ocurrido.
donde a la derecha, a esas alturas de su relación, no podía colocar nada. ni siquiera imaginar un futuro en el que existiese una solución a ello.

toc. tic. tac.

el tiempo no existe.
el fatídico 21, menos.
cierra los ojos. nada existe.

El amor no tiene causa. Temo
haber dado demasiadas razones.
La verdad es que sólo lo espero.
Quiero verlo una vez más. Nada
más que eso. Esperar. ¡Ah! 

why not me ਏਓ  norenmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora