4.-

3 2 0
                                    

Pongo Mozart una vez en el carro , los gritos ahogados de Ximena me ponen nervioso.

No me gusta estar nervioso , me gusta estar en control .

-ximena- la llamo cuando la veo dirigirse a su auto .

El estacionamiento es un lugar perfecto , oscuro y sin gente a su alrededor .

Me mira con miedo cuando se gira .
Ella siempre lo supo .

Siempre supo que estaba hecha para algo más grande .

Sus ojos están inyectados en sangre cuando abro el maletero , vuelve a intentar gritar pero la mordaza en su boca hace que el grito salga amortiguado .

La golpeó en la cabeza en medio de forcejeo .

Con el tiempo sabes dónde golpear para acabar con ellas .

Es un ritual todo lo que hago ...
Las desvisto , las baño y luego las pongo en mi improvisada mesa quirúrgica .

Cortando pedazo a pedazo para inmortalizarlas .

Reviso una vez más los ojos sin vida de Ximena .

Voy a sus pies con un bisturí del 10.
Siempre me quedo con el dedo meñique , pero al ser la última merece que sea más de un dedo.

Me dispongo a cortar , sobre exitado por finalizar mi colección .

Acarició sus pequeños pies con devoción cuando uno de los bisturí de mi bandeja se encuentra en mi yugular .

Me ahogó con la sangre incrédulo ante la vista .

Mi número 12 , mi Ximena .

Sentada en la mesa .

Yo sólo necesitaba una más ...

Para la colección Donde viven las historias. Descúbrelo ahora