Los gritos de suplica junto con sollozos de algunas sirvientas resonaban por todo el castillo, al igual que las quejas de cierto español, y pensar que sus mas fieles vasallos se atreverian ha desonrarlo de esa manera.
— ¡MI SEÑOR, PIEDAD NO SABIAMOS LO QUE HACIAMOS!
— ¡PERDONENOS OS LO SUPLICAMOS, NOSOTROS NOS EQUIVOCAMOS!
— ¡TODO FUE POR EL BIEN DEL IMPERIO!
— ¡CALLAOS!¡A MI PROPIA SANGRE, CÓMO OS HABEIS ATREVIDO!
El Español sin mas continuo balanceando su Espada sobre aquellos que alguna vez le sirvieron. No podia perdonarlos, no despues de lo que le habian hecho.
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Heya, aqui Pacha con una nueva historia de los paises con patas.
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