— Es un placer conocerte – saludo el mencionado, mientras posaba su frente en dorso de la mano del hondureño.— No, el placer es mio – saludo imitando la accion del mayor.
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— Te digo que yo lo vi
— Si, y Panamá sabe bailar – contesto sarcastico y con un notorio cansancio en su voz, de verdad no podia creer lo insistente que estaba siendo.
— ... – el argento penso un momento en lo dicho por su hermano – ¿Qué Panama no tenia dos pies izquierdos?
— ¿Cómo es que conseguiste un virreinato? – cuestiono el paraguayo, por un momento dudó sobre el juicio de su padre.
– Eso es _
— ¡Para, Arge! – llamo un puertoriqueño jalando a un Cubano de la muñeca, interrumpiendo al argento –¡Papá esta con un extraño!
— ¡¿Tu tam _
— ¡Y se lo presento a Honduras! – Exclamo Cuba interrumpiendo ahora a Paraguay.
— Debe ser un nuevo instructor
— Este es Imperial Rose, Para – dijo Cuba
— Nadie, ademas del personal, y la familia Imperial tiene permitido el ingreso – Afirmo el Argento, mientras Puerto Rico se limita ah asentir con la cabeza.
— ...
Algo era extraño, tal y como habia dicho Argentina el ingreso al Imperial Rose era extremada mente restringido, el personal muy rara vez cambiaba hasta era normal ver a alguna mucama con embarazada o simplemente acompañada de algun infante mientras realizaba sus tareas. Era normal que se llevase pequeñas bodas entre los sirviente dentro del palacio, y no era de extrañar que sus desendientes tambien trabajaran en este.
Incluso ellos devian information primero a su Padre si deseaban ir al palacio o registrar la fecha y motivo de su visita. Se podria decir que era algo exesivo pero a cada pregunta sobre el tema su padre simplemente les sonreia con nostalgia mesclada con culpa, los sirvientes solo decian esperar al dueño del palacio, en especial la jefa de mucamas y el mayordomo.
El silencio reino en en la habitación, ninguno de los presentes se atrevía a hacer algun ruido hasta que el mayordomo, Will, se asomo por la puerta, informando sobre la llegada del resto de sus hermanos, y guiandolos directamente al invernadero.
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En el centro del invernadero se podia ver tres figuras adultas en una gran mesa con varios sitios vacios. Por otro lado, detras de algunos arbustos habian varias siluetas observan la gran mesa y a quienes se encontraban en ella.
— ¡Papi! – una pequeña voz infantil se hiso presente en el lugar.
— ¡Uruguay! Mi pequeño, ven aqui – respondio Alegre el Español, mientras cargaba al menor de sus hijos.
Esta accion hizo que aquellos escondidos tras los arbustos se alertaran, al ver como su padre parecia poner al infante en el regaso del desconosido, ya no solo era su padre o su ciego hermano, sino que incluso su hermano menor ya estaba siendo involucrado con un desconocido, al cual no le habian visto ni la cara.