...PASOS...

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Y pensar que comienza con un simple:

-¿Sabes qué? ¡Quédate con ese idiota!

Entredientes exclamaba él, quien se encontraba al otro lado de la línea.

- ya no me importa un "nosotros"- añadió sin esperar respuesta alguna; a su vez, Elizabeth decepcionada colgaba el teléfono sin esperanzas de una posterior llamada entrante, agachó la cabeza y suspiró con un tono discreto de tristeza mientras dejaba recorrer por sus mejillas unas lágrimas silenciosas.

Cuando regresó en sí, asomó la cabeza sin miedo a la línea de precaución que se encontraba a un paso, con un tanto de voluntad pensó en cuán doloroso sería morir arrollada por un metro, sin embargo soltó una risita macabra y esperó a que llegara este.

En camino a su casa se puso a reflexionar que su "culpa" no era lo que pensaba, sino que ella en ningún momento hizo algo para recibir tales alegorías, vio la hora e intentó llamar a su padre, que diario la recogía ya que el lugar y la hora eran peligrosos para una chica:

*se reportan ______ feminicidios en lo que lleva el año* pensó *ja, y eso que estamos a inicios de febrero*.

Justo en el momento en que se pegó el celular a su oído para llamar, una voz sonó en lugar del particular tono
-Usted ya no cuenta con saldo suficiente para realizar la llamada- *lo que me faltaba* se dijo con cierta incentidumbre mientras pensaba como se regresaría.
*Sin dinero, sin que me llame mi novio, (ex, querida, ex,) para preguntarme donde voy, mi padre dormido confiado en que le voy a marcar, ¿qué me falta?*

Por segunda vez, Elizabeth revisó la hora mientras trataba de resolver cómo se regresaría de la manera más segura *9:42 que bien* se aplaudió mentalmente con un tono sarcástico *pues sólo me queda de una, y es regresarme caminando; recuerda recuerda, no tan cerca de los carros, ve con más gente y no saques por nada tu celular, estar al 100* se animaba a sus adentros.

Salió del vagón, pasó a través de los torniquetes que indicaban su salida y volteó buscando si de casualidad su padre se encontraba ahí, no habían rastros de él, comenzó a acercarse a la parte obscura tratando de buscar personas que se dirigieran hacia ese lugar pero no logró divisar a nadie, muchos se iban a los camiones de afuera, otros tomaban taxi y algunos esperaban a que los recogieran en carro, pero ninguno se dirigía a donde ella iba.

En ese momento Elizabeth sintió un grado más pesado de incertidumbre y repasaba una y otra vez aquellos consejos que aprendió desde pequeña, se encaminó con paso decidido y sin titubear a la zona que tanto miedo le provocaba.

Si bien no es fácil de día pasar por ahí, de noche su pecho se agitaba, sus nervios la sobrepasaban, lo de menos es un robo, pero hoy en día con un mundo tan trastornado, buscan despojar hasta el más mínimo detalle por un enfermo placer. Otros te expropian de tu libertad, borran tu identidad y te hacen parte de una colección involuntaria de dolor, y así puedo relatar las atrocidades de las que tanto advierten a diario.

HOMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora