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El chico tomó la comida y decidió cerrar la puerta cuando mi pie se posicionó en ella para evitar la acción, me miró algo confundido y extendí mi mano. 

— ¿Qué pasa? — Preguntó confundido y un tono algo molesto porque evitaba su acción. Seguro tenía mucha hambre, yo igual, pero debía pagarme. 

— El domicilio no es gratis porque llegue dentro de los 30 minutos. — Le dije. Incrédulo me miró y en sus bolsillos buscó para pagarme no sin antes quejarse. 

— ¿Me vas a cobrar la bolsa igual o qué? — Dijo. Para ser honesta parecía joda, pero seria le respondí. 

— Debería. — Tomé el dinero y lo guardé en el bolsillo de mi pantalón, alejé mi pie y me fui del lugar. Ese chico no podía ser el de mis sueños por muchas razones. 

Si recuerdo los sueños que tuve pues debe ser amable, sonriente y lindo. Este era un tacaño con chistes malísimos, en fin, imposible.

Ahora iba de camino a el restaurante. No puedo creer que se queje por un domicilio cuando vive en tremenda mansión ¿Dónde está la humildad? ya esos valores se perdieron, en mis tiempos no era así. 

— No me digas, ¿Estás pensando en que los valores se perdieron y en tus tiempos no era así? — Dijo Tomás aguantando la risa. 

— Sí ¿Y? — Dije molesta. 

— No me la contes — Explotó en una carcajada para luego gritar. — ¡Isabella ven! 

Llamó a Isabella, otra mesera que estaba ahí. Ella vino inmediatamente, ya era tarde así que los clientes eran pocos para decir que ya todos se habían ido. 

— ¿Qué pasa? — Preguntó la pelirroja mientras se arreglaba el barbijo. 

— Sam aplicó la de humildad — Mencionó el pelinegro a punto de llorar. 

— ¿Qué? ¿A un cliente? ¿Estás loca? — Cuestionó esta entre risa, imitando a Tomás quien ya estaba encorvado, seguro le dolía la panza. 

Enojada les pellizqué en el brazo y eso los hizo parar un poco. No, me equivoqué. Intensificó mucho más la burla entre las dos personas así que decidí dejarlo pasar. 

— Y bueno, me quería cerrar la puerta en la cara ¿Con qué derecho lo hace? — Pregunté indignada tomando una silla y sentándome. 

— ¿Con el derecho de que es su casa...? No sé che. — Dijo Isabella y Tomás siguió. 

— Lo bardeaba en su propia casa viste. — Isabella empezó a toser y ambos ya estaban rojos. Me levanté enojada pero igual tenían razón. 

No, qué digo. Ellos pueden tener la razón, pero eso significa perder y yo nunca pierdo. 

— Bueno, pero si me pagó, mira. — Dije y busqué el billete que yacía en mi pantalón, al sacarlo vi que era una tarjeta de ¿presentación? — No me la contes. 

— Le dieron un billete falso JAJSDAA. 

— Bueno, esto que es ¿un circo o un restaurante? —Saltó Ricardo que recién llegaba de sus entregas. — ¿Por qué parece que Sam va a llorar? 

Todos se giraron a verme y mientras sostenía el papel empecé a llorar. ¿Era una broma? Quizá porque fui muy grosera, pero era mi entrega. 

— Ay Sam, discúlpanos. — La pareja se disculpó mientras apartaban las lágrimas de mis ojos. Ricardo que no entendía nada igual me consoló, eso me causó cierta risa porque el pibe no sabía que pasaba y ahí estaba diciendo que si dejaba de llorar me iba a comprar chocolates, metas.

Como última vez dirigí mi mirada a el papel que decía SpreenDMC y lo guardé, podría servir para algo. 

¿Sale extorsionar porque no me pagó? 

El chico de mis sueños ┈━ Spreen. [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora