La vecina de los Hargreeves ~Cinco y tu~

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~Tn~

Mientras Cinco trataba de ayudarle para tener la postura correcta para cuando esté peleando con alguien mis torpes piernas hicieron que me tropiece y de paso haga caer a Cinco sobre mi.

Nuestras caras quedaron a poca distancia y Cinco no dudó ni un segundo en besarme.

—Se supone que ibas a entrenar a Tn a cómo defenderse, no a como besar— habló Luther haciendo que Cinco y yo nos separemos

—No seas envidioso, mejor ve e intenta besar a Allison

—Pero... ¿Que?— Luther se sonrojo y estaba color tomate

—Con solo lanzarse miradas en el comedor no van a lograr nada

—Sigue las órdenes de papá— dijo Luther saliendo de la habitación

—Que malo eres

—Bueno... ¿En que íbamos?— preguntó

—En la postura de defensa

—¿Segura? Pensé que íbamos en otra cosa— dijo refiriéndose al beso

—Postura de defensa dije

—Como quieras

Seguimos con el entrenamiento sin mencionar una sola palabra acerca del beso.

—Gracias por la paciencia Cinco Hargreeves— le sonreí y me marché a darme una ducha

(...)

—¿De que vas a vestirte este año en Halloween?— preguntó Klaus

—Nada, no tengo ánimos

—¿Y si nos vestimos de las chicas superpoderosas junto a Ben?

—¿Vas a ir a pedir dulces o algo así?— reí

—Ya no estoy en edad para eso

—¿Sabes algo Klaus? Cambié de opinión, si voy a disfrazarme de algo, no se que pero de algo— le levanté del sillón

—Esa es la actitud— sonrió Klaus

En ese momento sonó el teléfono de la academia

—¡Alguien que conteste!— grité desde la cocina

Iba a preparar un pastel, espero esta vez sin hacer estragos en la cocina y sin quemar el pastel.

El teléfono seguía sonando aún y nadie lo contestaba

—Todo yo— rodé los ojos y conteste el teléfono— ¿Hola?

—Hola ¿Tn?— era la voz de Allysa

—¿Cómo sigues?

—Tratando de vivir, oye me quería disculpar por mi reacción del otro día es que... Saber tanta información me dejó literalmente sin palabras

—No te preocupes, supongo que fue raro y... Tal vez no debí contarte

—No, de hecho agradezco mucho la confianza— se quedó un momento en silencio— ¿Puedo ir a visitarte hoy en la tarde?

—Puedes— respondí

—Debo colgar, mamá me está llamando

—Adiós, nos vemos

Colgué el teléfono y cuando di la vuelta para volver a la cocina se encontraba Reginald atrás mio.

—¿Quien era?— preguntó

—Número equivocado

—¿A quien buscaban?

—A una tal Rosa Enríquez— respondí