Extra II

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EXTRA II

Parte de mí

Tiffany

La canción de 5SOS - Teeth suena fuerte en mis auriculares para poder ignorar el mundo exterior.

Tarareo la canción y muevo los dedos haciendo un ritmo sobre mi escritorio mientras imagino una vida en la que conozco a Luke Hemmings y nos casamos para tener 10 hijos. O sea a mí no me gustan los niños y tampoco es que planee tener alguno, pero si Luke Hemmings me dice; "abre las patas que quiero hacer un equipo de fútbol" ¿Quién soy yo para negarme a los designios del señor?

Al único señor que le rezo es a él porque está de más decir que ese otro señor barbudo que convierte el agua en vino y camina por el mar, no es de mi agrado.

Si es que existe, que me juzgue por pecadora y blasfema porque yo a él lo juzgo por dejar que una niña de cinco años se acueste con hombres de más de 40 y solo observar sin hacer nada. Así que si tenemos cosas que reclamar después de la muerte, ambos podremos sacar una lista para echarnos en cara.

En fin, ¿En que estaba? Ah sí, en mi vida con Luke papi Hemmings.

La canción cambia a She looks so perfect y sin darme cuenta me he levantado de mi silla para empezar a moverme sin ritmo alguno por mi habitación. Ignoro el hecho de que tengo una hoja en blanco sobre el escritorio.

He pasado las últimas semanas con esa misma hoja en ese estado, sin escribir absolutamente nada porque no sé qué hacer con mi futuro.

La terapia para quitar mis traumas no funciona del todo, pero dice Patricia que es porque me aferro a los recuerdos y al rencor porque pienso que si suelto mi pasado, me voy a volver débil y quizá Patricia no esté tan loca...

Me niego a olvidar las violaciones y la violencia de mis padres, peor olvidarme el sentimiento de repulsión que sentí durante mucho tiempo y que luego se transformó en odio y ganas de producir dolor a los demás.

Las lágrimas se transformaron en risas sin gracia, los golpes y azotes en quemaduras, el dolor en odio y el asco en satisfacción.

Aún me acuerdo perfectamente la primera vez que me prostituyeron... tenía solo 5 años.

5 malditos años y me dijeron que lo que iban a hacer era simple, que no dolería, pero mintieron porque sí dolió. Sobre todo quemó. Me quemó sin fuego, pero igual ardió de la misma forma.

Cuando conocí a Anahí pude ver en sus ojos lo que yo era, la niña perdida y sin rumbo que nadie era capaz de ver más allá de sus cicatrices, pero estaba segura que ella no merecía que la tratarán así.

Por eso me acerqué y por eso insistí tanto en hablarle, a pesar que ella no respondía.

Sin que me dijeran pude ver su quiebre y sabía por lo que había pasado, la manera que habían robado su luz, porque yo tampoco tenía luz y fingía tenerla.

¿Creen que a una víctima se le pasa todo solo con años de terapia? Pues no. Es una porquería y todos sabemos que eso es mentira porque el daño ya fue hecho y nunca se borra.

Esa mierda de que tenemos que seguir solo nos lo dicen y lo decimos para no morirnos, pero la realidad nunca cambia y esa realidad es simple.

Fuimos abusadas, destruidas y quemadas vivas.

Claro que tampoco podemos darle la satisfacción a los demás de suicidarnos y por eso sigo, mi impulso es quemar a la gente que me compró con esa edad. Lo había conseguido en su mayoría hasta que me encerraron en un psiquiátrico por ser una pirómana.

VESTIGIO Y ESTIGMA ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora