Mabel Reefes era una sirena como ninguna otra que existiera en el mar, a ella no le gustaba embaucar, engañar a las ilusos que en el mar se adentraban confiados de que evitarían la muerte, tampoco le gustaba pasar el día sentada en una piedra con otras sirenas practicando sus cantos que a la muerte llevaría a cualquiera.
A ella le gustaba nadar, explorar todo lo que el mundo le permitiera y sobre todo, le gustaba pasar el tiempo en un pequeño estanque en un pueblo fuera de lo normal.
Con criaturas que le parecían amables, con sonrisas en sus caras y lo que más le fascinaba de ese pueblo, que las criaturas eran tan distintas entre sí.
Un pueblo alegre y que el aire llenaba con suaves tonadas.
Aunque le agradara aquel ambiente nunca se quedó allí, la mayoría de sus días se la pasaba nadando entre las corrientes del mar, cantando alegre con una voz suave y potente que a el corazón de cualquiera hacía latir, sintiendo el agua recorrerle y golpearle cuando a las corrientes entraba.
Mabel era feliz siendo sirena, nadar era su pasión y alegría, nunca deseo piernas como las demás sirenas pues ella movía su cola contenta para nadar y no necesitaba de caminar.
Pero la vida da vueltas, y lo que no deseaste hoy puede que lo desees mañana, ese fue el caso de Mabel quién piernas no deseo, hasta el momento que ella a su vida llegó, en un frío domingo.
[×××]
Mabel se encontraba en la orilla de aquel estanque, peinando su largo cabello mientras pequeños tarareos escapaban de sus labios rosados, no se concentraba mucho en las criaturas que pasaban y se le quedaban viendo hipnotizadas, ella estaba en su mundo, en una burbuja de un fuerte color rosado.
Pero alguien llegó para romper esa burbuja.
-¡Oh~ Mabel!-llamó en tono meloso y demasiado pegajoso, levantó la vista y ante ella se encontraba un vampiro de blancos cabellos y traje azul- ¿Cómo está mi dulce princesa?.
-Eh... Bien, gracias Gideon-respondió incomoda, escondiéndose un poco en el agua.
Gideon un vampiro de baja estatura y una bola de grasa, iba a visitarle regularmente al estanque, cada que ella estaba ahí, él iba para saludarle y llevarle costosos regalos para cautivar su corazón.
Ella los aceptaba por cortesía, pero alrededor de Gideon sentía una incomodidad en su pecho que la obligaba a huir cuando tenía la oportunidad.
No quería darle al pequeño esperanzas de nada pero a veces, las personas se dan esperanzas solas.
-Oye Mabel, hoy vine a preguntarte algo-dijo tambaleándose sobre sus pequeños talones, con las manos juntas al frente y unos ojos inocentes que solo hizo que Mabel lo mirará con cierta duda.
-¿Qué deseas preguntarme, Gideon?-pregunto nadando un poco más cerca de él para escucharlo bien.
Ninguno de los dos notaba el frío viento que empezaba a chocar con sus cuerpos ni las oscuras nubes que en el cielo se teñian, avisando tormenta.
Estaban demasiados enfrascados en su conversación, en los sentimientos que sus corazones les hacía sentir y que eran tan distintos entre sí.
Mabel quería huir.
Gideon quería a Mabel.
-Queria preguntarte si...-dejó de tambalearse y miro a Mabel algo serio- ¿Quisieras ser mi terrón de azúcar?.
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Sunday
Fanfiction❥︎El ruido del viento es acompañado por el de un arroyo, sus aguas corren libres hasta terminar atrapadas en un estanque. El chapoteo de una cola también está presente, es día normal, es un día cualquiera. Es un domingo como cualquier otro, lástima...