La familia Fernández estaba compuesto por cuatro personas, la madre llamada Irene Fernández, profesora, de 48 años, una madre muy amorosa y protectora con sus hijos. Luego de ella viene la mayor de los hermanos, Paola Fernández, de 19 años de edad, actualmente estudiando en primer año de Enfermería, siendo la responsable y madura del hogar, pues debía cuidar de sus hermanos menores. Ahora viene Michelle Fernández, de 17 años, estudiante de primaria, conocida por su actitud más extrovertida, algo rebelde y muy bromista, destacando por molestar a sus hermanos, especialmente al menor de ellos por el simple hecho de ser menos. Finalmente viene Félix Fernández, de 15 años de edad, un adolescente en pleno desarrollo, algo tímido, callado y algo raro para ser de 15 años, pero de todos modos es un buen niño, que le agrada jugar videojuegos en sus consolas y descansar, pero lo más interesante de Félix, es que hace poco a comenzado a experimentar cambios y gustos, especialmente por los pies, pues desde que su hermana Michelle, en una de sus bromas, le puso los pies en la cara mientras jugaba, jamás dejó de pensar en ellos, en su olor, en como se sentían esos pies en su cara, por lo que Félix comenzó a preguntarse si ese nuevo gusto que estaba experimentando, era algo correcto.
Félix en un día normal de semana, específicamente el jueves, como es de costumbre, la madre es la primera en despertar para levantar a sus hijos:
Irene: Hijos!!! ya son las 6:30 de la mañana, ha levantarse que deben tomar el bus para sus estudios.
Paola: Mamáaaaa, ya estoy en la universidad, hoy no tengo clases en la mañana.
Irene: Jajaja, perdóname hija, es la costumbre, y de todos modos debo gritar para que tus hermanos se levanten. Y ustedes cuándo se van a levantar?!!
Michelle: Ya voy mamá, solo deja de gritar que me dejarás sorda.
Félix: Voy mamá.
Luego de que se levantarán, he hicieran sus respectivas actividades, al salir para tomar el bus, mientras Félix esperaba a Michelle para que terminara de comer, extrañamente Félix comenzó a estornudar, pero simplemente lo tomó como un estornudo y siguió esperando. Finalmente en la escuela, a medidas que pasaba el día, sentía dolores internos, como que si algo lo estuviera apretando desde dentro, pero tal vez sea un resfriado o algo que haya comido.
Al llegar a casa, en la tarde, su hermana Irene y Michelle no estaba, y ya era hora de que su madre llegara del trabajo, pero como era jueves de reuniones, tal vez llegaría más tarde, por lo que Félix, con esos dolores, decidió descansar, pensando que tal vez, se mejoraría de esos dolores.
Durante la siesta, Irene visitó a su hijo, y le dio un beso en la mejilla, pensando en que su hijo tiene un gran corazón.
Al despertar, Félix, entredormido, sintió como esos dolores pasaron, ya se sentía bien, y se preparó para levantarse e ir a comer algo, pero al moverse, sintió como no se bajaba, y se corrió más al lado de la cama para bajarse, y todavía seguía encima, extrañado, finalmente decidió abrir bien los ojos y mirar alrededor, y vio algo que lo sorprendió completamente, estaba encogido.
Desesperado comenzó a gritar esperando a que alguien lo escuchara, pero sus gritos eran muy bajos para que alguien lo escuchara, por lo que intentó subirse a su propia almohada para ver mejor la habitación, y para ver que podría hacer.
En la escalada, su madre entró para despertarlo, pues ya era hora de comer, pero al ver que Félix no estaba ahí, Irene pensó que fue al baño, y al ver la cama algo desordenada, decidió ordenarla, comenzando con la almohada.
Félix al ver a su madre, comenzó a gritar, pero Irene no lo escuchó. Cuando Irene comenzó a mover la almohada, Félix cayó, y por reflejo de querer aferrarse a algo, junto con la caída que lo dirigió a su madre, se agarró de la falda de su madre. Félix desesperado, intentó aferrarse, pero finalmente cayó a los pies de su madre. Irene llevaba puestas unas sandalias que se puso al llegar a su casa, pues el calor del verano hacía que sus pies sudaran demasiado, por lo que usó las sandalias para refrescarse, pues en el trabajo no podía usarlas por políticas de la escuela.
Félix al caer a sus pies, se aferró a la uña de su madre, y en ese momento, esos extraños gustos que había experimentado, despertaron, e hipnotizado por los pies de su madre, comenzó a sentirlos, se movió por todos los pies y comenzó a olerlos, y lentamente comenzó a besarlos. De pronto, Irene comenzó a caminar en dirección a la mesa, por lo que Félix se cayó entre los dedos de los pies de su madre, aferrándose a ellos, y en su nuevo amor por los pies, comenzó a lamer sus pies.
Irene: Mhm, siento algo raro en mis pies, los moveré para que se vaya esta sensación.
Irene movió los dedos de sus pies, mientras Félix siguió aferrándose, e intentó escalar, pero no pudo, y finalmente quedó debajo de los dedos de su madre, pues su altura no superaba los 3 cm de alto. Félix sentía el olor que emanaba los dedos de su madre, y entre la excitación y el miedo a ser aplastado, decidió quedarse ahí, esperando algún milagro.
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Un pequeño entre gigantas.
RandomEn una familia normal, el protagonista de nuestra historia, llamado Félix, durante un día normal comienza a sentir diferentes y extraños cambios dentro de él, pero sin darle mucha importancia, decide dejarlos pasar, sin consultar o decirle a nadie s...