Soy La Niña de la Curva

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La historia se repite cada día. Vuelvo a esa oscura carretera e intentó evitar que a otros les suceda lo mismo que a mi. Pero no os engañaré, la mayor parte de las veces no lo consigo. La gente se asusta al verme, como si yo no tuviese suficiente con lo que me ha ocurrido. Ayer mismo, me situé justo al lado de un olivo, estuve sentada mucho rato y no pasaba ningún coche. Esta zona es poco transitada, incluso hay noches que no veo a nadie. Y mejor, así no tengo ningún peligro del que advertirles. Pero anoche sí pasó alguien. Era una joven pareja que venía de celebrar que él había conseguido un trabajo fijo. Estaban contentos, y por su aspecto habían bebido. Como siempre, cuando se acercaron levanté mi mano para hacerles señales y que parasen. Por supuesto, lo hicieron. Al bajar la ventanilla del coche, les dije que mi marido me había abandonado en aquel lugar y necesitaba que alguien me llevara a una comisaría. Les dije que no conocía la zona ni sabía cómo volver a casa. Al principio se miraron entre ellos, como preguntándose con los ojos qué hacer. Pero enseguida me invitaron a subir al asiento trasero.Ella me preguntó si no tenía frío al llevar sólo un camisón de dormir. Dije que no con la cabeza,
y escondí mi rostro. Continuamos por la carretera, íbamos despacio porque como siempre en aquella zona, la niebla impedía ver mucho más allá de lo que iluminaban los focos del coche.Y justo antes de aquella maldita curva, les advertí. "Por favor, reduce la velocidad, esta curva es muy peligrosa". A él pareció hacerle gracia. Me dijo que no me preocupara y continuó conduciendo con normalidad. Pero ella se quedó pensativa, y sin girar mucho el cuello, me preguntó cómo sabía que la curva era tan peligrosa si nunca había estado allí. Y no sé si lo sabéis, pero a los que ya no vivimos aquí no nos está permitido mentir. Por eso, tuve que decirle la verdad. "En esa curva morí yo". Los dos se voltearon rápidamente. Pensaban que se trataba de una broma, pero para ese momento, yo ya no estaba. Había cumplido mi misión, y simplemente seguí observando desde la distancia. Aquel coche no se estrelló, frenaron en seco para después continuar con calma. Esa noche me sentí bien, normalmente al escuchar mi respuesta los conductores se vuelven locos y acaban dando volantazos. Entonces, pierden el control y acaban estrellándose. Eso me vuelve loca, mi única finalidad es evitarles la muerte y a veces soy yo misma quien la provoca. Entonces vuelve a mi mente aquella noche. Aquellamaldita noche en la que todos mis sueños se fueron por la borda. Era muy tarde y volvía de mi despedida de soltera. Me había reunido con mis amigas en un pueblo cercano. El día habíaestado genial, me habían vestido este ridículo camisón blanco para llamar la atención. Habíamos comido, bailado y jugado a mil cosas. Al día siguiente era mi boda. Me iba a casar con Raúl, el hombre del que llevaba años enamorada. En aquellos tiempos no era tan fácil como ahora, mis padres se habían tomado su tiempo en aceptarlo. Pero por fin lo teníamos todo para pasar la vida juntos. Me daba un poco de miedo ir por ese camino, pero no tenía muchas opciones. Quería pasar la noche en casa de mis padres porque sería la última. Por eso mismo, mi padre me dejó su viejo coche para ir y volver de la fiesta. Y todo iba bien. Hasta que la visibilidad se empezó a reducir muchísimo. Apenas conseguía ver nada, intentaba ir muy pegada al extremo derecho, porque sabía que por el izquierdo había un enorme precipicio. Pero con lo que no contaba era con no ver la curva. Era tan pronunciada que ni siquiera tuve tiempo de reaccionar. Cuando quise darme cuenta, estaba aturdida en el fondo de un enorme agujero. Lo digo así porque es como lo siento, el coche daba vueltas de campana y mi cabeza iba chocando contra todo. Incluso antes de morir sabía que no llegaría al día de mi boda. Pero lo más alucinante es que sigo aquí, no sé muy bien por que. Al principio, me atormentaba mucho la idea de no estar en uno ni en otro lugar. Estoy como a medio camino entre los vivos y los muertos. Pero al fin y al cabo, quiero usarlo para algo bueno. Por eso, si os pido que me llevéis en coche, no os asustéis, sólo os estoy librando de un final como el mío. La muerte.

historias de terror para no dormir por las noches volumen IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora