[RE HACIENDO] Gardenias | JUANPLAY

"Prólogo"

Aquel hombre de mechon naranja guiaba sus ojos a todos lados, en busca de un buen lugar para almorzar en aquella montaña que tanto le gustaba por el increíble atardecer que se posaba delante de todo el pueblo.

Se iba a ir, su "cometido" ya estaba hecho y tenía que apurarse antes de que miles de criaturas se acercarán para atacarlo, no era un miedoso pero el hecho de tener que enfrentarse a miles de esas cosas le daba dolor de cabeza.

Se dió la vuelta para irse pero en cuanto lo hizo una parte de dónde estaba se rompió haciendo que casi cayera al vacío, incluso cerró los ojos listo para morir y aceptar su cruel destino.

Sin embargo, no sintió nada, cuando sus ojos se volvieron a abrir pudo divisar una mano y mirando hacía arriba se encontró con la mejor vista que tuvo en años, era Juan, el hechicero supremo que gracias a los rayos del sol su cabello relucía, los orbes avellana del contrario brillaban como nunca y dios, aquella sonrisa que adornaba su rostro, una vista hermosa y a su parecer casi angélical.

Auron tenía un leve sonrojo ante lo que veía, nunca se había fijado en lo lindo que era aquel chico y casualmente siempre se fijaba en ello cuando el de cabello marrón lo salvaba de la muerte.

- Hey amigo, ¿Estás bien? -

- ¿Qué?, ¡Ah!, Claro que sí hombre, te preocupas demasiado - Soltó una risa nerviosa apenas tocó el pasto.

- Bueno, si quiera podrías darme un gracias, todos los días te encuentro a punto de morir y lo único que recibo es nada -

- Ya hombre, te he dicho que estoy bien, que me salves todos los días es una mera casualidad -

- ¡Lo sabía!, este pueblo no está preparado para este gran hechicero, yo creo que me voy a mudar a un lugar donde sí reconozcan mi arduo trabajo -

Y ahí estaba el Juan de siempre, aquel que solo piensa y parlotea horas y horas sobre porque es el mejor y blah, blah, ese Juan que hace que su enamoramiento caiga rotundamente a un vacío a lo profundo de su corazón, pero, no podía no decir que le encantaba que fuera así.

A pesar de su comportamiento infantil siempre lo iba a amar y era algo inevitable.