Yo siempre he sido una de esas chicas intensas de película. La que regala bombones, escribe cartas de amor y crea álbumes repletos de fotos.
Bueno, más bien, era.
Digamos que las cosas se torcieron cuando James, ahora apodado "el capullo de mierda", decidió acostarse con mi mejor amiga, a quien recientemente me refería como "la zorra falsa".
No sé cómo empezó. Más bien, nunca quise saberlo. Pillarlos dándose el lote en el lavabo de la hermandad donde se organizaba la fiesta, fue más que suficiente.
Aquella fue la gota que colmó el vaso, el detonante que me hizo querer cambiar de aires, empezar una nueva etapa lejos de todo aquel que creía conocerme.
Ya llevaba tiempo queriendo escapar de la rutina, de aquella vida que yo misma había diseñado. Todos los días eran iguales, monótonos y aburridos. Estaba todo tan calculado al milímetro que era imposible salirse de lo establecido.
Mis padres, después de ver como tocaba fondo, decidieron dar el paso por mí. Llamaron a mi tía Alice, la última de la familia que todavía vivía en Australia, y le propusieron mandarme a vivir con ella una temporada.
Al principio me pareció una idea disparatada, un plan inviable y sin sentido, pero con el tiempo dejó de parecerme una locura.
Si echaba la vista atrás, mis mejores momentos los pasé allí, en Melbourne, cuando todavía era una niña ingenua e impresionable.
Adoraba no saber qué iba a pasar al día siguiente, como si fuera una sorpresa.
Quería volver a despertar con esas ganas de vivir, con la expectación de no saber qué sucedería.
Necesitaba un poco de emoción en mi rutina, algo de incertidumbre y frescura.
Supongo que le pedía demasiado a esa nueva vida que estaba a punto de emprender, pues algo me decía que las cosas no iban a ser tan fáciles. Un presentimiento me avisó que, después de la tormenta, no siempre llega la calma, porque a veces, vuelve a llover sobre mojado.
Y aunque James fue un huracán, algo me indicaba que todavía faltaba por llegar el tornado.
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La última ola
Roman d'amourUn presentimiento me avisó que, después de la tormenta, no siempre llega la calma, porque a veces, vuelve a llover sobre mojado. Y aunque James fue un huracán, algo me indicaba que todavía faltaba por llegar el tornado.