ALERTA Y ACLARACIÓN: TANTO EN ESTE CAPÍTULO COMO EN LOS VENIDEROS HABRÁN ESCENAS FUERTES RELACIONADAS A PENSAMIENTOS INTRUSIVOS Y ESCENAS DE BULLYING.
Ali observó el odioso número en su odiosa báscula y soltó una palabrota.
90 kilos. Sentía como si el artilugio la odiara, como si se burlara de ella en su cara. No comprendía qué había sucedido, no había comido más que pollo al vapor y verduras durante toda la semana. Si es que había comido en absoluto.
Debería tener resultados.
Debería haber perdido al menos un kilogramo luego de tanto esfuerzo.-¿Buenas noticias?- Preguntó su madre con la mejilla prácticamente pegada a la puerta, expectante y sonriente, convencida de que lo único que podía hacer feliz a su hija era perder unos cuantos kilos. De alguna manera, su tono sólo logró que Ali se sintiera peor consigo misma.
Sin darse cuenta de lo que hacía, la joven de diecisiete años tomó lo que sentía que sobraba de su estómago y lo presionó con fuerza entre sus dedos, haciéndose daño hasta recuperar la conciencia.
¿Qué más podía hacer?-Si, pesar 90 kilos a mi edad es siempre una estupenda noticia- Contestó con amargura notando las marcas rojas que su impulsividad había dejado sobre su abdomen redondeado.
Al borde de las lágrimas, Ali Pym abrió la puerta y se encontró con su madre.
Su madre, que había sido elegida Reina de Belleza de Easton dos años consecutivos en su juventud.
Su madre, que cada vez que abría la boca le recordaba cuántas calorías tiene cada alimento que intentaba ingerir.Su madre, que consideraba a la delgadez como un valor importante y la inteligencia como poca cosa.
Su madre, que la amaba incondicionalmente pero se avergonzaba de su hija cuando sus amigas se reunían para “noche de chicas” a beber vino y despotricar contra sus maridos.
Ali la miró a los ojos, esos ojos azules que no había heredado y decidió que lo mejor para aquella gris mañana era que Tom y Dougie la distraigan un poco y poder al menos fumar un cigarro alejada de la dura mirada de su madre.-Qué tengas un buen día, cariño- Dijo la mujer- De seguro la semana próxima lograrás bajar la barrera de los 90 kilos.
Entre furiosa y angustiada, Ali cerró la puerta principal de un portazo.
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Easton era un pueblo pequeño, pequeño y triste.
Aquellos con el sentido del humor más ácido lo llamaban “la sala de espera de la tercera edad”, y en parte era cierto pues casi no había movimiento de jóvenes en las calles, sólo a la entrada y salida del Colegio que llevaba el nombre de la ciudad -El único colegio con dirección Estatal en los 16 kms cuadrados del lugar-. También era triste porque jamás había sol, siempre las nubes -Más claras o más oscuras, más tormentosas o al raz del suelo en forma de neblina- cubrían el cielo. Era obvio por qué una persona mayor escogería pasar sus últimos días en la tranquilidad del lejano pueblo, entre tranquilos días junto al lago jugando a la canasta con amigos.
Tom no tardó en hacerse presente en su antiguo Chevy rojo con Dougie en el asiento del copiloto, estaban discutiendo como siempre pero aquello sólo podía significar que al menos estaría distraída un rato, alejada de la realidad de sus 90 kilos.
.-No es tan complicado, ¡Son sólo dos cuerdas más! -Exclamaba Tom acelerando a fondo haciendo que todos en el auto peguen sus espaldas a los asientos de cuero sintético.
-No quiero una guitarra, quiero seguir tocando mi bajo- Ali no vió su rostro, pero pudo ver en los anchos hombros de Tom cómo soltaba un suspiro de pura frustración. Todos los días era la misma discusión, la dupla de amigos quería comenzar una banda pero siquiera podían ponerse de acuerdo en las cuestiones más básicas, como quién estaría a cargo de qué instrumento. Eran prácticamente un matrimonio anciano que no estaban en la misma página jamás. Como sea, siempre lograban hacer reír a Ali, incluso cuando las nubes de Easton tronaban y la lluvia llenaba todo de profundos charcos- Además, alguien debe encargarse del ritmo…¿Qué opinas Al?
-Yo creo que deberían enfocarse en encontrar la cara bonita de la banda.
-¿No somos lo suficientemente bonitos para tí?-Preguntó Tom girando sobre su hombro.
-No es lo que pensabas a los siete-Agregó Dougie burlón.
-Supéralo, han pasado diez años- Ali bromeaba, creía que sus dos mejores amigos eran guapísimos, cada uno a su estilo por supuesto. Tom llevaba el cabello castaño peinado hacia un lado y siempre tenia las mejores camisetas gráficas que Ali haya visto en el aburrido pueblo, algunas diseñadas por él mismo. Y Dougie...pues si bien le había parecido guapo a los siete años, cosa que el muchacho se encargó personalmente de que no pueda olvidar, parecía arrancado de un videoclip de Blink 182, con sus anchas bermudas y enormes camisetas. Eran guapos, sí, pero no calificaban como hegemónicos precisamente.
El cigarro y el conducir le habían arrancado de la cabeza los intrusivos pensamientos relacionados a lo vivido por la mañana, sin embargo, cuando condujeron junto al lago y no pudo evitar pensarse a sí misma en traje de baño frente a alguien, sintió como si de repente fuera consciente de cada uno de sus 90 kilos, como si al alma misma le pesara.
Ella no era relativamente nueva en el pueblo, se había mudado allí a los dos años cuando su padre decidió que no quería formar más parte de la foto y su madre, en un ataque de nervios, decidió que volver al pueblo que la había visto crecer y ser la más exitosa de su clase, era la mejor idea.
Afortunadamente para Ali, Tom y Dougie continuaron discutiendo y haciéndola reír.-Te estoy diciendo que no quiero.
-Te estoy rogando, no, implorando que le des una oportunidad. Yo te enseñaré.
-¿Sigues insistiendo con lo de la guitarra?-Preguntó divertida Ali cerrando la puerta del tan querido Chevy.
-Sólo digo, todas las bandas serias tienen dos guitarras principales y dos cantantes.
Dougie bajó la mirada y negó con la cabeza, ¿Cómo podría él ser una voz principal cuando apenas soportaba escuchar su voz al hablar? Era demasiado aguda para su gusto. Jamás podría tampoco con la presión de mantener a un público entretenido, era demasiado tímido para aquello. No comprendía porque Tom insistía en el tema si él se sentía tan bien con su bajo y cantando los coros. Dougie no era como su amigo, no había asistido toda la vida a clases de actuación ni se ofrecía en cada acto escolar a ser el vocero. Más bien todo lo contrario. Si bien era guapo, con sus ojos verdes y cabello tintado de rojo, solo conseguía citas esporádicamente con chicas igual de cabizbajas y extrañas que él y que preferiblemente habían iniciado la conversación.
Sin embargo, ese día algo cambió en Dougie cuando la vió por primera vez.
Bueno bueno bueno aquí estoy nuevamente con un proyecto que me hace muchísima ilusión porque toca fibras muy sensibles en mi cuerpo.
Cuerpo siendo la palabra clave.
Les aviso que se van a tratar temas delicados y no me gustaría "triggerear" a nadie.
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El club de las gordas
RomanceAli obsevó los 90 kgs. en su balanza y soltó un largo resoplido cargado de significado.