Predestinados IV: Lazos de Familia (AlfaxAlfa)

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Mark no pudo evitarlo, la mentira se desplazó de su boca una vez vio como Dian miraba a Cassandra, se justificó a sí mismo diciendo que lo dijo sólo porque no quería que fuese una más de sus conquistas.

Cassandra lo miró como si estuviese loco y como para no hacerlo, pero no se quejó sobre ello, sólo le dio una sonrisa de medio lado y lo miró de mala manera, luego los hizo pasar.

—¿Y, qué hacen por aquí?

—Trabajo, cazamos a un peligroso mago —murmuró encogiéndose de hombros, Dian lo miró con reprobación, Mark estaba tan cansado de esa mirada.

—Mark, no se supone que debas decirlo.

—No tengo secretos con Cassandra —gruñó, Mark captó el cambio en el ambiente, el aroma de Dian se espesó y como respuesta el suyo también, la Omega gimoteó.

—Ya que se quedarán la noche iré a preparar las habitaciones, pueden sentarse —dijo la chica con una sonrisa incómoda.

Mark miró a Dian lo más filoso posible y se fue por donde mismo había desaparecido.

—Cassy.

—¿Por qué dijiste eso? —gruñó golpeándole el pecho, pero sus palabras salían en susurros para evitar que Dian les escuchara—. ¿Tu novia? Si Akim se entera de esto eres un lobo muerto.

Mark resopló, su amigo llevaba al menos un mes cortejando a Cassandra, por eso ni siquiera llevaba una marca aún. Eso le vino más que bien hoy y una vez le explicase a su amigo porque dos Alfas estaban aquí no se enojaría, al menos eso quería creer.

—Sólo es una ligera mentirilla.

—¿Quién es ese Alfa, y por qué le mentiste?

—Es Dian —Cassy abrió los ojos a más no poder.

—¿Tu compañero?

—Sí, bueno… no… no sé —gruñó aún susurrando, ella le arqueó una ceja.

—Dijiste que lo era.

—Ya ni siquiera estoy seguro, pero necesitaba mostrarle que estaba bien sin él, que no es el centro de mi mundo —Cassandra frunció sus labios.

—Lo que es claramente una mentira.

Mark abrió la boca ofendido.

—No es mentira, sólo trato de superarlo, pero no quiero que él lo sepa.

—Llevas toda tu vida superándolo —dijo con acidez, Mark puso los ojos en blanco.

—Gracias por apoyarme.

—Obviamente no lo hago, ¿qué harás si es tu compañero? Acabas de decirle que soy tu novia.

Mark se encogió de hombros. ¿Qué cambiaba eso? Ese lobo lo rechazó toda su vida, ahora no tenía por qué ser diferente.

—No me quiere de todas formas.

—Ve y habla con él —dijo apuntando hacia la sala.

—No.

—Ve, o te irás de aquí y dormirás en el auto —Mark gruñó fulminándola con la mirada.

—Perra —la palabra le hizo ganarse una palmada en el culo.

Dian estaba sentado en la sala con su teléfono apretado fuertemente entre sus manos, su aroma era prácticamente nulo y no le decía absolutamente nada sobre su estado de ánimo.

Se puso en pie en cuanto lo vio y guardó el teléfono en su bolsillo.
Mark ni siquiera sabía qué decir o hacer frente a él.

—Cassandra está terminando, pronto podrás…