𝐉𝐚𝐰𝐬

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Advertencia: Lectura para mayores de 18 años en adelante, contiene temas de violencia situaciones de tema erótico y sexual. Lenguaje ofensivo y vulgar.

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El Bosque: Capítulo VI: Jaws

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"Que maravilloso día era para el hombre lobo enterarse que por fin su conejita podía comer carne"

Tad se encontraba haciendo una revisión clínica rápida a la menor de pies a cabeza entre tomar sus signos vitales, mientras anotaba en un cuadernillo todos los resultados. En cambio Bill se encontraba en la cocina a punto de cocinar una gallina mientras arrancaba la cabeza de forma contenta, manchando sus manos de sangre y salpicando la tabla de la cocina.

- - ¿Qué sería bueno que ella comiera primero? – Desplumando el animal. – ¿Un estofado, una pechuga asada, alas enderezadas o caldo? – El lobo estaba demasiado contento que había salido a cazar en ese mismo instante mientras terminaba de matar al animal, degollándolo y exprimiendo la sangre. – Mabel... mi linda conejita, por fin ella... lo acepta.

En ese momento vio a Mabel correr alejándose Tad con su brazo picoteado de sus venas. Se abrazó de la cintura del rubio, como si temiera del sujeto. El zorro solo guardaba los tubos con la muestra de sangre en el bolsillo de su saco. Mientras se sobaba el golpe que recibió en su rostro.

- - ¿Qué sucede ahora? – Pregunto Bill viendo a Tad con la mejilla roja y una mano marcada en su piel.

- - Mabel odia los piquetes – Viendo a la menor esconderse. – Pero era necesario.

- - Pero no es nada malo. – Viendo a la coneja tallarse sus brazos. – Yo también odio las agujas, preciosa.

- - Necesito ver este repentino cambio... dices que comió lo que preparaste y que era solo para ti. – Dijo con una mueca de intriga. – Que Mabel allá querido comer carne, significa que puede que haya cambios en su sistema endocrino a partir de su consumo. Tampoco quiere decir que cambie su apetito y se vuelva carnívora de la noche para la mañana.

- - ¿Pero ella puede comer esto? – Dijo el rubio con las orejas en alto y con un cuchillo en mano. – Estoy preparando algo que le gustara y que será bueno para ella.

- - ¿Qué es eso? – Dijo Tad señalando el desastre que hizo el lobo. – Es un revoltijo de viseras y carne, sin olvidar la sangre que tienes regando en ese balde.

- - Esto es una gallina. – Dijo con orgullo. – Y la cace justamente para ella, para que tenga proteínas y fuerza, ya sabes... un poco de vitamina y proteína. – Cruzándose de brazos.

- - Bill, lo conveniente sería que comiera alimentos procesados y esterilizados. – Menciono el híbrido de zorro. – Mabel no puede comer... eso. – Viendo con desprecio el cadáver del animal. – Sera mejor que vaya de poco en poco, al igual que ella se controle con su pequeño problema de hormonas y tome sus píldoras. – Dándole un bote nuevo de pastillas a la menor. – Tomate dos ahora. Está teniendo mucho levantamiento de feromonas.

- - ¿Apesto? – Pregunto la chica.

- - No, lo contrario. – Comento Tad. – Eres demasiado atrayente para un macho, y no solamente para Bill.

Mabel se sonrojo al recordar su aroma, intento suprimirlo evitando causar otro incidente. Ella ya podía reconocer su propio olor sin problema alguno. Pero no podía evitar oler el aroma de Bill; chocolate y vainilla combinado con el fresno y el cedro del bosque.

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