Capítulo 1

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Un mes antes.

*Omnisciente*


—Señor, se lo pagaré todo, lo prometo solo... Solo deme un poco más de tiempo— implora desesperado para no ser asesinado.

—¡Solo tres semanas Muller! Tres, y más vale que me pagues, sino, mueres— exclamó con enojo aguantandose para no dejarlo tres metros bajo tierra.


—Si, así será, en tres semanas lo tendrá todo— asegura temeroso.


—Mas vale— se dió la vuelta dejándolo allí, golpeado y algo ensangrentado.

(...)

—Debemos buscar que hacer Jacob, le debemos demasiado a ese sujeto, si no lo conseguimos moriremos— expresó Carla, su esposa.

—¿Crees que no lo se? ¡No nací ayer mujer!— espeta pensativo, debía buscar alguna solución rápidamente y salvar a su mujer, a su hija y a el.

Actualmente.

No logré conseguir el dinero, ya tengo una semana de retraso, no podremos salvarnos— murmuró Jacob con gran dolor y pena, no podremos salir de esto ni escapar.

Carla lo abraza con fuerza llorando— estamos perdidos.

— Será mejor hablar con nuestra hija— se separa de ella tratando de ser fuerte.

Ella asiente soltando varias lágrimas y ambos salen de la habitación rumbo al cuarto de la chica.

*Amelia*

Un sonido en la puerta llama mi atención mientras hacía mis trabajos,  apenas empezaba la universidad, estudiaba derechos, algo que siempre quise estudiar desde niña, y ahora al fin lo conseguí.

— Adelante — digo mirando hacia la puerta y viendo a mis padres entrar por esta— Hola, no sabía que ya habían llegado— digo con una sonrisa, sin embargo, al ver sus rostros supe que algo no andaba bien y solo pude preocuparme— ¿Pasa algo?

—Cielo... Necesitamos hablar— habló mi madre en un murmuyo, ambos se acercan a mi cama y yo me siento en ella para hablar mejor.

—No te habíamos dicho nada sobre esto... Solo queríamos protegerte pero es hora de que sepas la verdad.

—No entiendo ¿De qué hablan?

— Nosotros nos hemos involucrado con personas mala desde hace un tiempo, ahora estamos en peligro pequeña— explicó mi padre, yo aún no comprendía bien ¿Que habían hecho? ¿Qué personas?

—Solo queremos dejarte en claro que te amamos y que, en verdad luchamos por poder seguir adelante pero— la mujer empieza a llorar con dolor y miedo, a penas podía hablar— no sabemos si pasemos la noche antes de que nos maten...— iba a seguir hablando pero fue interrumpida por mí.

—¿Qué? ¿Cómo que los van a matar? — pregunto desesperada empezando a llorar también sin poder contenerlo, solo imaginar que algo les pase me destruye por completo.

— Es que... Tenemos muchas deudas con un hombre y...

Una patada en la puerta de mi cuarto nos toma desprevenidos, un hombre vestido en un traje negro y corbata roja entra en el lugar con un arma en sus manos. Grito asustada al ver cómo nos apunta.

—¡La paga Muller!— exclama con voz demandante y aterradora, mis padres se levantan parándose frente a el queriendo protegerme cosa que agradezco internamente.

—S-señor, por favor...— es callado por un disparo en el suelo.

— Quiero mi dinero, sí no lo tienes pueden ir despidiéndose— dice frívolo sin una pizca de piedad.

— A-alguna otra cosa que q-quiera, pero, p-por favor no nos mate— suplicó Carla, mi madre, con inmenso temor.

El corpulento hombre ríe sin gracia— ¿Qué podrían darme ustedes a cambio?— desvía un poco la mirada notando mi presencia— tal vez... A una jovencita— vuelve a mirarlos a ellos con una sonrisa que reflejaba toda su maldad oculta.

Mi padre voltea a verme, pensativo, yo poco entendía que ocurría, estaba en shock. Solo siento cuando el me toma del brazo y me pone frente al hombre que tenía el arma en su mano.

—¿¡Qué se supone que haces Jacob!? ¡No puedes entregar a nuestra hija!— grita mi madre exaltada mirándolo con enojo.

—Vamos, así nos salvamos los tres— le responde su esposo convenciendola.

—¡No! No la entregaré.

—¡Ya cállense! O me la llevo, o todos mueren— el tipo me apunta con su arma en la cabeza a lo que yo solo gimo asustada, su brazo me sostenía del cuello para no escapar.

—Bien, no quiero que ella muera, pero por favor, no le hagas daño— ruega la mujer frente a nosotros en medio de lágrimas.

— Veré que logro— dice el hombre con cinismo y me jala afuera de la habitación, grito asustada forcejeando para soltarme pero me era imposible, no me lo permitía y solo lo hacía enojar.  Veía a mis padres de lejos y como la mujer que me había criado quería correr hacia mi para acurrucarme en sus brazos; yo también quería lo mismo, aferrarme en sus brazos y llorar hasta calmarme cómo lo hacía de pequeña.

Amelia StockholmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora