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Estaba parado en el altar de aquella iglesia, tenia puesto un traje color negro, y a su lado estaba Takemichi con un bello traje blanco.
El de ojos azules se veía tan hermoso, parecía un ángel indefenso en ese mundo de porquería.
-No estés nervioso.-le dijo Mikey dando una rápida mirada a todas personas que estaban en la iglesia.-¿O no quieres hacer esto?.
-Claro que quiero.-contesto en un susurro para que solo el otro lo escuchase.-Es que no puedo creer que vayamos a hacer esto.
-Pues créelo porque a Mitsuya le costo mucho hacer nuestros trajes.
El mas alto soltó una pequeña risa, luego miro con ternura a Manjiro.
Soy él que vela por ti en este cuarto vacío.
Con el corazón en la mano, morado de frio
Mi ángel me dice que suelte y sordos mis oídos.
-No me mires así.-pidió el otro mirando disimuladamente a los invitados.-Creerán que le eres infiel a Hina-chan, y aun no se casarón.
Y como si invocara a la peli castaña, la marcha nupcial que indicaba la entrada de la novia empezó a sonar.
Ambos miraron a la entrada de aquella iglesia.
Yo quiero tenerte en mi vida, aunque no sea conmigo...
Manjiro veía como la novia caminaba elegantemente del brazo de su padre hasta llegar al altar donde el señor Tachibana entrego la mano de su única hija a Takemichi.
La música paro una vez que Hina llego tomo su lugar al lado de Takemichi.
-Estamos aquí reunidos para unir a esta hermosa pareja...
Manjiro dejo de escuchar lo que estaba diciendo el cura que casaría a su alma gemela con el amor de su vida.
Aunque la mitad de las personas que estaban en aquella boda creía que los novios eran almas gemelas que estaban destinadas a estar juntas por la eternidad.
Cuando en realidad no era así.
¿Dónde estás, mi vida?
Húrgame en la herida.
Te espero en la esquina
Sus amigos, Takemichi, incluso la misma Hina, sabían que la alma gemela del novio era Manjiro Sano.
Pero para Takemichi el amor de su vida era Hina. Y eso algo que todos sabían.
