Mis mejores años pasaron tan veloces, sin embargo, aún la veo, en mi mente, en mis sueños... e incluso en medio de algún miedo que amenaza con materializarse. En aquel tiempo, no pensaba en cosas relevantes ni en consecuencias, vivía por vivir. Para mí, una hora valía lo mismo que un segundo.
Cada vez que salía de casa rumbo a la escuela pensaba que era injusto tener que estar despierto tan temprano, pues mi rebeldía adolescente me impedía aceptar una rutina tan exigente. Cuando llegaba a clases, mis pensamientos malhumorados cambiaban, la camaradería del ambiente se sentía incluso antes de ingresar, por ello si me preguntan a quienes no cambiaría por nada ni por nadie, esos son mis amigos.
Poco después, cuando finalizaba el tercer año de media y comenzaba el verano, empecé a jugar básquet. Durante los partidos, mis amigos eran todo... menos amistosos, los partidos eran a muerte y sobreviviría – o ganaba – solo el que era capaz de salir ileso, o quien arrojaba el balón fuera de la cancha para que la trifulca pare. Y es precisamente, en uno de esos días de camaradería y juego, que la vi. Sucedió mientras me dirigía a recoger el balón que habían lanzado fuera del campo, y aunque haya sido solo de espaldas, la recuerdo... y aún sin saber su nombre, la llamé con el pensamiento. Y funcionó.
Como esos espejismos del desierto. La chica del jersey oscuro dio la vuelta, y fue por un segundo o quizá una hora, que la conocí, en medio de los gritos de mis amigos y sin saber que, más tarde, ella se convertiría en mi musa aun cuando no soy artista ni poeta. Sin embargo, déjenme decirles que esa misma noche no soñé con ella, solo la pensé, ella podría haber sido una chica como cualquier otra, una que apareció en un momento como las miles de personas que conocemos a lo largo de nuestras vidas...
No lo fue.
Aunque la vi en un momento un tanto accidentado, no conseguí ignorar el hecho que ella caminaba por mi barrio, por lo que podía asumir que se acababa de mudar o que, por algún milagro de la vida, solo pasaba por allí, pero... "No importa la razón" pensé inmediatamente. Ahora ya la conocía, era un hecho, y averiguar su nombre solo era cuestión de tiempo. Mi limitada memoria adolescente trabajaba en hacer un espacio para grabar su rostro. Y solo una vez bastó.
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Hasta aquí les dejo la primera parte :) No se olviden de dejarme sus estrellitas y comentarios si les gustó... Siempre los leo <3
- P.B.
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María, inolvidable
RomanceHola a todos! Esta es la primera historia que comparto :) Me pidieron escribir esta historia, ojalá le guste (al menos a 1 de sus protagonistas): Se basa en la experiencia real de un hombre que no puede olvidar a María, una mujer que tal vez se en...