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Este era uno de estos momentos tiernos para John, en donde Sherlock se quería acercar al más bajo para poder aunque sea darle un corto beso, pero aún no se animaba a hacerlo por su cuenta, siempre era John el que se acercaba.

Ahora, el doctor, estaba sentado en su sofá leyendo un libro, mientras tanto, Sherlock estaba en la cocina, dando vueltas por alrededor de la mesa mientras tiraba al suelo lo que se encontraba arriba de esta. Ya había roto dos tazas de té y un plato.

--La necesidad de algo y no poder hacerlo te vuelve estúpido y mientras más piensas en eso, menos puedes hacerlo.

--Animate, Sherlock, no muerdo.

El detective unió sus cejas y miró a su novio.-- Recuerdo bien que estuve con una marca roja en mi cuello por una semana.

John sonrió.-- Y eso porque era la única sona visible.- susurró.

--Te oí.

John sonrió y Sherlock siguió dando vueltas. Hasta que luego de un minuto más, paró en seco y se dirigió con lentitud a su pareja hasta quedar detrás del respaldo del sofá. Miró para todos lados por aquella sensación "extraña", segun él, llamada nervios. Se dijo mentalmente que era un idiota por sentir aquello y se animó a pararse frente a John y agacharse. John desvió la vista del libro para mirarlo.

--Todo esto es culpa tuya por enamorarme con tus encantos.- murmuró el detective para luego acercarse y plantar, por su cuenta, un dulce beso en los labios de John.

El más alto se alejó solo unos centímetros y John sonrió con dulzura.

--¿Ahora si podemos hacer el amor?

--Ni lo pienses.- Negó rápidamente Sherlock y se alejó con rápidez.

•One Shot's | Johnlock•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora