Capítulo 1

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Capítulo 1: Rol.

La lluvia golpeaba fuertemente la ventana de las oficinas. Daniel se encontraba haciendo los arreglos correspondientes en el mantenimiento de las páginas web de las que estaba su autoridad. Su expresión seria tras las gafas de descanso daba la sensación de lejanía, cualquiera que lo mirase pensaría que es malgeniado. Y, de hecho, lo es.

Daniel es un hombre consumido por la vida adulta de un habitante promedio. Es soltero, su vida se basa en el trabajo. Su rutina diaria es: levantarse, cepillarse, bañarse, alistarse, ir al bus, trabajar, volver a casa a altas horas de la noche, subsistir a base de bebidas calientes con pan e irse a dormir para luego repetir lo mismo de lunes a sábados y los domingos en casa. Su vida era excepcionalmente aburrida.

Daniel podría considerarse como ese mínimo de persona conformistas obreras sin pasatiempo alguno. Por el disgusto a los chismes y cosas parecidas, su relación con sus compañeros era meramente laboral y hacía milenios desde la última vez que habló con sus compañeros del colegio y universidad. Su visión estaba totalmente enfocada en vivir el presente y actuar de acuerdo a su criterio basado en las intolerantes ideas de su anciano padre.

Que aburrida era la vida de este adulto.

Su trabajo consistía en el mantenimiento y actualizaciones de las páginas web de su empresa, era el director del grupo que estaba enfocado en esa base y generalmente, tomaba horas extras para continuar con su trabajo. Él era extremadamente confiable, tanto que la empresa incluso podría dejarle un cargo importante y el realizaría la petición sin fallo alguno.

Cuando por fin vio finalizado su trabajo, Daniel creyó que era el momento para regresar a su casa. Tomó su mochila y revisó la tarjeta de transporte. Salió de la empresa y con sombrilla en mano se sitió en la parada de autobús. Su casa estaba a una hora en bus, así que probablemente el transporte de color azul que se acercaba sería el último del día.

Se detuvo frente a Daniel, quien entró sentándose en una de las sillas vacías del casi desolado transporte. Miró la ventana empañada por el calor de las pocas personas en el lugar y miró las gotas que se deslizaban por el cristal, fusionándose. Daniel sólo pensó que debió haberse llevado un abrigo más grueso, pues, en la tarde el clima era exactamente lo opuesto. Un calor que derretiría a este pobre hombre que nunca había salido de su fría ciudad natal.

Mientras miraba las calles empapadas y a las pocas personas que caminaban rodeando los charcos, su mente comenzó a divagar. De pronto recordó su adolescencia; tendría unos catorce, era un día festivo, salieron más temprano que de costumbre, el frío era palpable y el cielo estaba envuelto con un manto de nubes grises. Recordaba que el frío era lo de manos, vestían sudaderas, algunos de sus amigos sólo tenían la camisa y la pantaloneta a la vista y el resto de sus ropas estarían guardadas en sus holgadas mochilas.

Recordaba haber ido al centro comercial por invitación de su amigo que sacaba dinero de quien sabe dónde y haber comprado helados carísimos porque sí. Recordaba salir del centro comercial y la lluvia caer con fuerza, pero ni él ni sus amigos estaban preocupados, era más, hasta se empujaban para que se lavaran con el agua sucia de los charcos o los chorros de agua que caían de los techos de lámina de las casas cercanas.

Daniel apoyó su cabeza en el espaldar de la silla mirando el techo del bus. También recodaba que cuando era más joven, por ahí de unos trece años, había estado obsesionado con muchas cosas, anime, videojuegos, manga y le gustaba participar en un tipo de rol play por escrito.

Pasaba su día entero metido en la pantalla del celular solo para no perderse entre el mar de mensajes que se formaban en el chat. Uno de los mejores roles que recordaba se llamaba "Reino cerceta: el camino de los héroes". Parpadeó. Pensó que tal vez les faltaba imaginación en ese entonces.

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⏰ Última actualización: Oct 17, 2021 ⏰

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