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Anna

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Anna

Terminé por ordenar los papeles en mi escritorio e hice una mueca al sentir el molesto dolor de espalda y cuello que estaba sufriendo últimamente. Seguí con mi trabajo hasta que marcó mi horario de partida, por lo que cansada pero al mismo tiempo satisfecha por mi desempeño, me puse de pie y salí del gran edificio para poder tomar locomoción.

Durante el trayecto a mi departamento pensé en el entretenido almuerzo que compartí con Bonnie a la hora de colación, ambas nos conocíamos hace un tiempo pero sólo recién estábamos entablando una buena amistad.

En todo caso, necesitaba en mi vida a alguien que no sea solamente Sarah. Ella estaba casada, con un hijo y trabajando literalmente al otro lado del mundo. Así que era obvio que nuestras conversaciones ya no eran tan frecuentes como antes.

Y según mi psicólogo era bueno hacer nuevas amistades que no necesariamente involucren a mi ex novio, porque quiera o no aceptarlo, los amigos que había tenido en los últimos años se resumían al mundo de Harry.

Necesitaba algo que fuera mío.

—Muchas gracias, que tenga buena noche— me despedí del conductor del uber para luego comenzar a caminar hacia el edificio.

Saludé al conserje como siempre y luego me adentre al ascensor, pensando en el alivio que sentiría mi cuerpo al deshacerme de mis tacones y de mi sujetador.

Dicho y hecho.

Solté un gran suspiro de alivio cuando una vez que llegué a mi departamento, me cambié de ropa a una más cómoda y holgada para estar más ligera en mi hogar.

No lo iba a negar, el silencio en el lugar cada vez era menos soportable.

Lo único que lograba escuchar era el tenue ruido del pasar de los autos en la avenida principal y el sonido de mi nuevo refrigerador funcionando a la perfección.

Lo había cambiado hace algunos días, y había sido toda una odisea.

Decidida a terminar un poco con el aburrimiento decidí ver algún documental en Netflix desde la comodidad de mi cama y tomando un té con jengibre y limón.

»¿Desde cuando la vida se volvió tan monótona? Soy una adulta independiente, con un trabajo estable, soltera, viviendo en una ciudad hermosa, y me encuentro acostada viendo un documental acostada en mi casa vistiendo unos joggers y una sudadera dos tallas más grande... Y sola«

Sabía que ese tipo de cosas no tendrían por qué molestarme, no es como si la vida se tratara de una carrera. Cada uno iba a su propio ritmo.

Pero aún así, sentía que le faltaba algo a mi vida.

Quizás algo nuevo en qué pensar por las noches.


(...)

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