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Anna

Desde que recibí la llamada avisando que habían encontrado a Bruce Tanner inconsciente, todo a mi alrededor comenzó a moverse en cámara lenta.

Cada persona que me hablaba, la escuchaba con eco. Cada movimiento que mi cuerpo hacía era por inercia.

Mi mente no procesaba muy bien todo, mucho menos cuando me avisaron que no había nada más qué hacer. Que finalmente el vicio con el que estuvo tanto tiempo, el alcohol, había terminado con su vida.

Bruce Tanner, el hombre que biológicamente era mi padre estaba muerto.

Y yo no podía dejar de pensar en que mis últimas palabras hacia él no fueron más que haberle deseado todo lo malo que se merecía.

A pesar de que nunca recibí ni siquiera la más mínima muestra de cariño por parte de él, mi pecho dolía en tan sólo pensar que había muerto solo, hundido en su propia miseria.

Nadie merecía morir solo. Nadie.

—Lo siento mucho Anna— escucho al hombre que estaba frente a mi, con sus grandes y trabajados brazos envolviéndome por completo, haciéndome sentir sumamente pequeña.

Alzo la mirada y entonces miles de sentimientos encontrados recorren mi anatomía al encontrarme con un par de ojos verdes que me miraban con atención.

Simplemente asiento con la cabeza y seguido es Mitch quién me abraza, depositando suaves besos en la coronilla de mi cabeza.

Me susurra palabras de aliento que sé que en ese momento no son necesarias. Porque nada en el mundo podría darme el consuelo perdido, y no por perder a Bruce, sino por haber perdido la esperanza de encontrar la humanidad en él.

Su paternidad.

—¿Quieres que hagamos algo por ti?— Mitch dice en mi dirección a lo que yo niego con la cabeza.

—Iré a hacer los trámites pertinentes— simplemente digo, estando consciente de que mis ojos estaban secos, sin ningún rastro de lágrimas en ellos— Firmaré todos los papeles necesarios y luego me iré a casa.

—Me quedaré aquí— dice Harry. Y quiero decirle que no era necesario pero entonces la presencia de un tercero llama mi atención.

Paul.

A quién le había mandado un mensaje avisando de los sucedido apenas recibí la llamada.

—Anna— mi vecino dice llegando a mi lado, vistiendo ropa sumamente cómoda y casual, haciéndome entender que probablemente había salido recién de la cama— ¿Todo está bien? ¿Qué pasó?

Quiero hablar pero entonces él me abraza de manera desprevenida. Y soy consciente de que ni siquiera se tomó el tiempo de ver a los dos chicos que me acompañaban esa noche, así que sólo avanzó hasta mi.

Haciendo que incluso Harry tenga que retroceder un paso.

—¿Todo bien? ¿Cómo está tu papá?— susurra en mi oído.

—Falleció— le respondo de la misma manera, haciendo que su abrazo se intensifique aún más.

Me dice las mismas palabras de aliento que esperaba escuchar, y me da repetidos besos en el oído. Sus movimientos son suaves y delicados, como si estuviera tratando a una muñeca de porcelana.

Y fue por una fracción de segundos que mis ojos se posan en mi ex novio, quién miraba la situación sumamente incómodo.

Cuando Paul se separa de mi, me quedo quieta y prefiero sentarme un momento para analizar toda la situación que había ocurrido en menos de una hora.

Después de H » H.S (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora