Uno

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Anabeth se pego la frente contra el asiento de adelante cuando el auto se detuvo, su madre dijo su nombre como para amonestarla por mover el asiento en donde ella estaba sentada, Anabeth murmuró un 'lo siento' medio adormilada. Se froto los ojos mientras se estiraba, sintió a su hermana pasar por encima suyo para abrir la puerta al ver que ella no se movía para bajar. Terminó de estirarse y bajo del auto, enfoco sus ojos y se dio cuenta que ya habían llegado a la finca de su abuelo.

La finca Prince era pequeña pero bonita, una casa de madera estaba frente a ellos, el jardín delantero hacia de estacionamiento en caso de visita y si no, siempre había un tractor que manejaba el abuelo de la familia junto con una camioneta que fungía de trasporte para la abuela de la familia que tenía que llevar continuamente flores para la florería ubicada en la ciudad. Y nombrando a las flores, la finca Prince se enorgullecía de la gran variedad de flores que tenían tenían sus campos e invernadero, flores que eran vendidas en una floristería en la ciudad o que presentaban en el festival de las flores que se hacia todos los años. Pero el mayor tesoro de la finca Prince era el Jardín de las Rosas, contenía rosas tan rojas que nadie había podido quitarles el puesto. Eran inigualables.

Anabeth corrió a saludar a su abuela una vez que su hermana pequeña la dejo libre, era la primera vez que Anabeth visitaba la finca Prince teniendo una buena memoria, la primera vez que la había visitado fue cuando tenía 5 años y de eso ya habían pasado más de 15 años.

- Mi dulce Anabeth -

La castaña se dio vuelta al escuchar la voz de su abuelo, la sonrisa en su rostro fue inevitable y corrió a abrazarlo, procuro hacerlo sin tanta fuerza para no lastimarlo, después de todo su abuelo no era tan fuerte como antes. Los saludos se prolongaron por un largo rato e incluso llegaron los tíos de Anabeth en otro auto. La reunión en la finca Prince se había postergado durante varios años, hubo peleas entre hermanos y muchos hechos que hicieron que los abuelos de Anabeth pasarán mucho tiempo solos, muchas festividades en las que solo habían sido dos. Pero eso había cambiado, pasarían Samhain juntos, en familia o por lo menos lo intentarían.

Ambos ancianos hicieron pasar a sus hijos y nietos a la casa, cada uno se instalo en sus habitaciones y la primera en bajar al primer piso de nuevo fue Anabeth que solo había dejado su maleta sobre la cama. Más tarde tendría tiempo de sacar algunas cosas y ponerse cómoda. Apenas bajo se topo con su abuelo que se estaba colocando unas botas de goma y ya tenía un sombrero de paja en la cabeza.

- ¿Abuelo? -

El anciano de cabellera canosa se dio vuelta al escuchar la voz de su nieta, inmediatamente una sonrisa iluminó su rostro y Anabeth pensó que guardaría por siempre esa imagen en su mente.

- ¿Que vas a hacer abuelo? -

Con ayuda de su nieta mayor, Caius Prince se levantó del suelo, miro con una sonrisa a su nieta antes de hablar.

- A darle una última ojeada a las flores, esta oscureciendo y es el momento perfecto para regarlas -

- ¿Puedo acompañarte? -

- Por supuesto, cielo, ponte esas botas de ahí, así no te ensuciaras -

Anabeth se colocó las botas rápidamente y agarro su saco que había colgado en cuanto llegaron, estaban en otoño y hacía algo de frió lo que indicaba la aproximación del invierno. Abuelo y nieta salieron lado a lado por el camino empedrado que estaba junto a la casa, apenas salieron encontraron el primer cantero de flores, ya no tenia flores ni pimpollos pero las hojas aún estaban verdes. Caius le explico a su nieta que tipo de flores eran y que ahora solo debía sacarle los restos de pétalos y pimpollos secos que no habían florecido. La castaña estuvo contenta de poder ayudar a su abuelo ya fuera regando o cortando algunos excesos secos de las plantas. Pasaron por el invernadero donde las flores estaban en todo su esplendor debido a la temperatura adecuada que había dentro, el clima era algo cálido y las flores eran extremadamente coloridas y hermosas a la vista. Al salir llegaron a la atracción principal de la pequeña finca y lo que le daba fama y prestigio como floristas al matrimonio Prince. Anabeth jadeo cuando vio el enorme jardín de rosas rojas, formaban un círculo perfecto con una entrada a un gran mosaico en el suelo, alrededor del mosaico redondo había cuatro bancos blancos. El mosaico era increíble e intrigante porque era una rosa blanca manchada en una esquina con rojo.

El Jardín de las RosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora