lo primero

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Mi madre me había despertado a las 10:30 am para que me valla preparando para ir a la escuela , alrededor de la 12:00. Cuando empiezo a discutir con mi madre por que se había enterado que mi padre me llevo a un bar, me pego una cacheta y le dije te odio y me fui corriendo hacia la puerta de la entrada , me fui y la cerré con mucha fuerza .

Estaba caminado por la vereda , cuando siento que alguien me agarra por detrás y me golpea en la cabeza.

Despierto en un cuarto de piedra, obscuro, donde había solamente una colchoneta y un lavamanos de metal oxidado. Agarre mi mochila y la apreté con mucha fuerza, me arrinconé en una esquina , cerré los ojos y trataba de pensar que todo era una fantasía.

Después de un rato escuche unos pasos y unos muebles que se movían.

Escuché que sacaron la traba, despacio abrieron la puerta, yo muy asustada me hago más pequeña en el lugar. Él era un hombre alto, cabello obscuro y con mirada fría; me pregunto con voz amable:

-¿Quieres unas galletas?, se que son tus favoritas.

Dejó el paquete sobre la colchoneta, se paro y me sonrió.

-Por favor, llévame con mis padres -supliqué asustada.

Su sonrisa se esfumó casi al instante, fue hacia la puerta y la cerro con fuerza.

Pasaron unos días, él no había vuelto, nuestra única interacción era a mitad del día cuando traía un tarro con agua; no me daba de comer, yo gritaba que tenia hambre (una y otra vez). Hasta que volvió, solo para pegarme con tal fuerza que me tiro al suelo, lloraba; se disculpó y se fue, de nuevo. Al día siguiente me trajo de comer y me dijo que si me portaba bien me iba a traer una muñeca, yo le contesté que me iba a portar bien, después de unos días me trajo una muñeca muy hermosa. Yo jugaba con ella todos los días. Había veces que me aburría y solo caminaba por todo el cuarto; no es como si pudiera hacer algo más.

Cumplí ya catorce años cuando me había bajado, cuando el llega le pregunto:

-¿Puedo usar tu baño?

-Bien -contestó dubitativo, después de pensarlo unos segundos.

Me llevo hasta arriba, a través y desde ese día me dejaba ir arriba si le prometía que no me iba a escapar.

++

Un día más en este lugar, ya perdí la cuenta; los sonidos típicos de la cerradura siendo abierta llamo mi atención, solo podía significar una cosa: Él volvía por mí.

AcorraladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora