Harry era un omega amante de las historias de crimen. Pero en particular amaba escribirlas.
Louis era un alfa sanguinario y dominante. Entre sus grandes metas estaba ser el cabecilla de la mayor mafia, los Bespredel.
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Liam emergió de la mansión Tusovka, exhalando con fuerza como si dejara atrás un oscuro laberinto que lo había desgastado en todos los sentidos. A las afueras, encontró a Nina, inmóvil, con la mirada fija en un punto en la distancia. Su expresión perdida y sus manos temblorosas le revelaron algo extraño.
—¡Hey! Aquí estoy —murmuró, rodeándola con los brazos, sintiendo cómo su cuerpo también temblaba. Algo estaba mal—. ¿Qué sucede, Nina? ¿Dónde está Harry?
Ella abrió la boca, titubeante.
—Él...
Los ojos de Liam se abrieron con terror, y sus manos bajaron de sus hombros como si quemaran.
—¿Está muerto? —preguntó con voz tensa, el miedo latente en sus palabras.
Nina lo miró rápidamente y negó, casi con desesperación.
—No, no está muerto —dijo, y Liam exhaló, sintiendo cómo una parte de la tensión en su cuerpo se disipaba, pero solo por un momento—. Pero... lo tiene Louis.
La expresión de alivio en el rostro de Liam se borró de inmediato, sustituida por una mezcla de frustración y rabia contenida. Dio un paso atrás, pasando una mano por su rostro, y su mirada se tornó fría.
—Maldición, Nina. Se suponía que tenías que sacarlo de aquí y evitar que se cruzara con él —su tono adquirió una aspereza que raramente usaba con ella, mientras intentaba contener la furia que crecía en su interior.
Nina lo miró con los labios temblorosos, como si intentara sostenerse en su propia decisión.
—Liam, no podíamos seguir evitando lo inevitable —su voz era baja, casi un susurro—. Louis lo había marcado, él llevaba su olor. Tarde o temprano, Harry terminaría accediendo a él.
El rostro de Liam se endureció aún más.
—Pero quería que fuera por decisión propia, no por la de Louis o la de alguno de sus malditos matones.
Nina frunció los labios, manteniendo la mirada baja mientras hablaba.
—Se lo llevó Zayn. Debes agradecer que fuera él y no otro... como Yerik, por ejemplo.
Pero el nombre de Zayn apenas logró amortiguar la furia de Liam. Dio un paso al frente, apuntando un dedo acusador hacia ella.
—Me importa una mierda quién se lo llevó, Nina. Tú lo entregaste —en su voz había un dolor que nunca había dejado salir, y sus palabras estaban impregnadas de reproche—. Rompiste un límite que jamás pensé que cruzarías.
