Vladimir Putin y el Tesoro de Baba Yaga 6

30 2 5
                                    

Monstruos...pero, ¿Qué clase de animales harían esto? piensa Igor que ha caido de rodillas en el suelo. El dormitorio pintado de rojo, desde el techo hasta el piso, las paredes, los muebles y hasta la funda de la cama con tela roja. Las fotos del matrimonio de Igor, las de sus hijos fallecidos, las de sus padres y suegros pegadas en las paredes y manchadas con una cruz roja.

Mis padres, mis hijos, mi esposa...hasta mis suegros, yo no los quería mucho ni ellos a mi, ríe Igor, pero ¿Qué tienen que ver con esto? más que eso, ¿con qué cosa tienen que ver?. Impotente se sienta en el suelo y solo ve lo que han hecho.

El hambre lo apremia y hace que Igor vuelva a reir. Los apetitos y necesidades tienen cara de perro, uno solo fiel a si mismo. Tranquilamente se levanta y va a la cocina donde prepara una cena copiosa, en lugar de la sopa que tenía en mente. Dormiré en el sofa hoy, mañana no iré a trabajar para dedicarme a arreglar este desbarajuste; compraré algo de pintura y trataré de salvar todas las fotos, o talvez las fotos que no sean de mis suegros; Igor ríe de su ocurrencia; e inmediatamente se entrega a la melancolía al recordar a su familia.

Vassily y yo debemos salirnos de este problema. Después de todo, es solo un caso más; y hasta donde yo sé, la presidencia de la República no nos ha asignado nada. Igor termina de comer y tiene sueño, guarda los platos sin lavar en el fregadero; escucha en su cabeza la voz de su esposa regañandole y se devuelve a lavar los platos.

En el momento en que ha terminado de secar la loza escucha el timbre. Saca su arma de reglamento y con la rapidez de un sabueso va a la puerta, la abre, toma del brazo a quien estaba tocandola y la somete arrodillandola en el suelo.

Jadeando y pálida, la vecina peliroja yace en el suelo. Igor guarda el arma, la levanta y se deshace en disculpas, está tan nervioso que no se da cuenta de que el gato le araña las piernas. En un arrebato de furia el animal lo ha mordido e Igor sacude su pierna logrando quitarse al animal de encima. La peliroja se levanta y sostiene al gato contra su pecho mientras ansiosa ve a Igor; poco a poco se acerca a la puerta y se va.

—Dis... —El portazo de la peliroja no permite que Igor termine de hablar.

En el suelo yace una carta dirigida a él; seguramente la peliroja solo la estaba trayendo. Dios mío, protegeme de está locura, dice Igor que se sienta pesadamente en el sofá con la carta en la mano.

Vladimir Putin y el Tesoro de Baba YagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora