Lysandro realmente no entiende lo de Nathan. Odia a Nathan y Nathan lo odia a él.
En un momento, Nathan estaba escupiendole insultos en la cara a Lysandro, y al siguiente, escupiendo saliva en sus dedos, abriéndose, en el suelo debajo de él.
Lysandro no se arrepiente, pero no lo entiende. No lo volvería a hacer.
Curiosamente, no parece haber afectado en absoluto su relación. Todavía se odian, eso fue obvio anoche fuera de la pizzería. Lo que es algo bueno. Lysandro no puede imaginarse la vida sin odiar a Nathan. Sin burlas en el pasillo, sin comentarios desagradables en clase, sin amenazas durante el calentamiento y sin peleas en el medio tiempo. Es inimaginable.
Lysandro da vueltas en la cama, con el día martes por la mañana revoloteando en su memoria, el día que, después de lo sucedido, se denominará "el incidente".
Gime en su almohada, el ruido se convierte en un gruñido bajo después de recordar que su madre está durmiendo. El grito se convierte de nuevo en un gemido ahogado, y frunce los ojos por un segundo.
Escuela de mierda.
Vuelve a darse la vuelta, sentándose, con el pelo despeinado y los ojos sombríos. Tira el edredón y se levanta. Se mira a sí mismo por un segundo a través del espejo que cuelga en la pared opuesta, entrecerrando los ojos ante su perfil cansado por un momento. Los rizos alborotados en su cabeza lo hacen parecer un pooddle esponjado.
Gira sobre sus talones y se dirige al baño, dejando su amada cama desocupada.
Su cama. Ah, su cama perfecta... El aún no tiene su propio automóvil como la mayoría de sus compañeros de clase, no tiene una televisión en su habitación, ni una computadora nueva, pero tiene su cama, grande y cálida.
Se ducha, se afeita, se viste rápido y empaca su equipo de práctica de fútbol. Baja a la cocina, saluda fugazmente a Lydia que se encuentra bebiendo su té en la mesa. Lysandro se prepara un poco y lo pone en una taza térmica para beberlo después.
No es realmente extraño que se odien, piensa mientras bebe, Nathan y él. Literalmente, todo es diferente en ellos. Lysandro siempre dice cosas sin pensar, y su tono de voz es ronco y fuerte.
Nathan es mayormente callado y reservado, observador, y sus palabras son como el hielo.
Lysandro es más pequeño, más bajo y los hombros de Nathan son anchos y él es alto. Sus ojos son de un verde intenso mientras que los de Lysandro son azules.
Lysandro tiene los labios delgados y la boca de Nathan es grande y carnosa.
Deberían vivir en planetas diferentes, honestamente. Dios sabe que la vida de Lysandro sería más fácil si fuera de esa forma.
Lysandro va a la escuela en el auto de su madre, deja a Lydia primero y luego estaciona en su lugar habitual en el estacionamiento de la escuela. Se pregunta si habrá cambios notables cuando entre en el salón de clases, pero la mirada asesina que recibe desde el otro lado de la habitación cuando entra le asegura que no los hay.
Ah, qué buena es la sensación de completa normalidad. Y nadie parece saber que ha tenido relaciones sexuales con un chico.
Ha tenido sexo con un chico.
En el mundo de Lysandro, Nathan nisiquiera es un chico, ya que parece una especie de hombre adulto con cabeza de bebé. Más o menos. De hecho, Lysandro empieza a olvidar lo que alguna vez sucedió.
Por favor, como si alguna vez le hubiera puesto la mano encima.
—¡Lys! —Jake llama desde el fondo de la habitación, y Lysandro se pasea por el pasillo para tomar el asiento junto al de él.
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Enemigos con beneficios. ©
Teen FictionUn futuro incierto y una familia complicada mantienen la mente ocupada de Lysandro, pero todo parece complicarse más cuando su enemigo mortal también está empeñado en hacerle la vida imposible. Un discusión que termina en algo más... ¿Enemigos con...