𝙿𝙰𝚁𝚃𝙴 𝚞́𝙽𝙸𝙲𝙰

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8:22 pm

Mi teléfono está sonando en la mesa de noche, suelto un suspiro cansado, llevo al menos unas tres horas revisando exámen tras exámen. La academia últimamente a tenido un incremento repentino en la cantidad de niños.

Al contestar la llamada escuchó la voz al otro lado, ni siquiera me había fijado quien envió la llamada, pero sabía que no era alguien que yo conociese, al ser un número desconocido.

—¿Usted es Iruka Umino?

Suelto un sonido afirmatorio.

—Llamo del hospital, soy la doctora Tsunade Senju. Kakashi Hatake falleció hoy a las ocho doce en cirujía, a sufrido un accidente automovilístico, le hemos llamado para informarle de parte de Haruno Sakura, hermana del paciente.

Mi corazón se paró en ese momento, no podía articular palabra. No podía creerlo, lo negué, así que rápidamente tomé mis cosas y traté de llegar lo más pronto al hospital.
Estando ahí, no pude evitar llorar, mi pecho se contrajo, mi boca se secó y mi cabeza dolió.

Frente a mi estaba el cuerpo de mi mejor amigo, la persona que me hacía reír con sus tonterías pervertidas, su piel era pálida y se veía un gran golpe en su rostro. Me acerque lentamente y toque su mejilla con las puntas de mis manos.

Lloré en silencio.

Mire a la rubia doctora, quien tenía una expresión neutra, no parecía que alguien estuviese en camino luego de enterarse de la noticia, o simplemente yo fui el primero en ser notificado.

—Le llamamos a usted, porque era el único contacto que el señor Hatake tenía en prioridad y que la señorita Hatake conocía. —Al escuchar eso no pude evitar sentirme mal. —Usted decidirá a quien se le notificará la noticia, por favor pase a recepción a llenar el formulario sobre la identidad del fallecido.

No quería dejarlo, pero tuve que hacerlo, al llegar llené todo lo que me pidieron, porque Sakura siendo menor de edad no podía, solté un suspiro cansado. Los minutos pronto se volvieron horas, llamé primero a Naruto, siguiendo con Maito Guy y Sasuke.
Termine llamando al final a la mayoría de contactos que Kakashi tenía en su teléfono.

Al pasar unas pocas horas la mayoría ya estaba en el hospital, todos eran amigos y alumnos. Me quedé sentado cuando todos proponían las ideas para financiar el funeral exceptuando a los menores de edad, claro. En ellos estaban, Asuma, Kurenai, Hayate, y los doce alumnos.

Mi medio hermano se acercó a mi.

—Iruka-san... —Naruto tomó mi hombro. —Lo siento tanto.

—¿Porque?

—Kakashi-sensei era su mejor amigo y yo sé lo que realmente había entre ustedes. —Esa respuesta me sorprendió, no me lo esperaba pero aún así no lo mire.

—Entiendo...


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Ese era el recuerdo que tenía sobre esa noche, pasó hace un año con ocho meses y un día.

Me encuentro alistando mi ropa, eran las tres de la tarde, bajé hasta la cocina donde se encontraban mis padres y Naruto comiendo.

—Iruka... ¿Otra vez? No has parado de ir desde que él falleció. —Dijó mi madre.

—Vas todos los días, debes de superarlo ya, Iruka. —Ahora mi padre. —Pasó un año, es momento que continúes con tu vida. ¿Entiendes?

Los ignoré, y solo me fuí.

Ellos no lo sabían, nadie lo sabía más que Naruto.

Todos me dijeron que te olvidará, que debía superarte... Pero ellos jamás lo entenderían.

Solo nos veían como muy buenos amigos, era cierto pero, también éramos amantes... Mis padres me dicen que no haga cosas que continúen haciéndome dolorosa su ida.
Ellos no sabían que llevábamos siendo pareja un año con tres meses, pero no puedo evitarlo.

Fue mi todo, mi primer relación que no falló, mis emociones con el eran tan intensas y no podía renunciar a el, tenía que vivir por el pero sin el todo es complicado.
Mi ser lo extraña, recuerdo sus chistes y sus tonterías pervertidas, cuando se la pasaba leyendo esos libros icha icha (Que ahora yo cargaba para todos lados).

Me paré frente a la lapida con su nombre, me senté y saque la edición número dos de icha icha. Era su favorito, lo menos que puedo hacer ahora es leerselo, al inicio era vergonzoso pero poco a poco me acostumbré, y le tome cierto aprecio a esas novelas eróticas.
Al finalizar la lectura del día, me puse a limpiar la lapida, la cuál ya estaba limpia por tanto limpiarla y mantenerla todos los días.
Yo entendía que era hora de decir adiós, era momento de dejarlo ir, y me pareció sentir una brisa en mi oído susurrandome cosas, sin duda era su voz.

"Dejame ir..."

Sonreí con dolor, definitivamente no debería ir ahora tan seguido, el mismo me lo pidió.

—Si es lo que quieres... Ya no vendré tan seguido, no puedo solo dejarte ir, es egoísta, lo sé...

Comienzo a caminar alejándome del lugar, sonrió. Cada vez comenzaba a apasiguarse el dolor en mi pecho.
Al llegar a mi casa, las luces estaban apagadas, al entrar no había nadie, suspiré. Era difícil.

Pronto, muchos recuerdos de el inundaron mi mente, su voz, su risa, sus labios, sus ojos.

Su cuerpo.

Su cabello.

Todo de él.

La primera vez que nos besamos.

Nuestra primera cita.

Cuando nos conocimos.

Éramos solo niños, niños que no sabían nada del amor ni a amar. Pero ahora simplemente no puedo creer que el se haya tenido que ir.
Camine a la isla de la cocina donde ví un sobre, tenía el nombre del hospital, y el nombre de Kakashi.

Con miedo abrí el sobre de pertenencias. En el estaba su celular, sus llaves y...

Una pequeña caja de terciopelo azul. La abrí, un anillo plateado brillaba en ella.

Mis ojos no pudieron contener las lágrimas, el choque automovilístico era en dirección a mi hogar desde muy lejos, el planeaba pedirme matrimonio.

Mi garganta dolió mucho, lloré todo aquello que no pude llorar durante tanto tiempo, todo lo que me callé. Sentí unos brazos cálidos abrazándome, pero no había nadie conmigo.
El anillo era precioso, y al ponermelo en el dedo anular noté que me quedaba perfectamente.

Sonreí, ¿Cuando había tomado la medida?

—Eres un tonto. —Susurré al aire. —Eres un tonto. —Dije más fuerte. —¿Porque... Porque te fuiste? Te necesito aquí... Te quiero aquí...

Mi corazón dió un vuelcó, mis ojos no dejaban de soltar pequeños cristales. Miré la ventana, había oscurecido. Sabía lo que tenía que hacer.

No quería, no me atrevía.

Pero tenía que Olvidar...

𝙾𝙻𝚅𝙸𝙳𝙰𝚁  ᵏᵃᵏᵃⁱʳᵘ   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora