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Y es que lo ame como a ninguno, lo tenía todo, su sonrisa, su carisma.

Y el prometió que regresaría...

Como lo hace la nieve en busca de un poco de Sol en Primavera.

Como las flores que ansían llegar a un Febrero.

Como un pequeño que ansía ver llegar la Navidad.

Como un amor promete regresar después de un día y una vida pasada.

Se encargará de volver, como conocer la vida después de una muerte lenta.

Como si amarlo y odiarlo al mismo tiempo, hubiera sido tan fácil.

Su corazón haciéndose pedazos, la ira inundando su ser y el amor debatiéndose en su alma.

Pero estaba también dispuesto a hacerlo pagar, no solo por lo que le había hecho.

Si no la forma en que lo había abandonado, a su total suerte.

Lo abrazo tan lentamente, aspirando su aroma, admirando su cuerpo, entre su ropa.

Tantas noches cálidas que habían pasado entre sus labios y sus brazos.

Lo admiro una vez más.

- Te amaré hasta mi último aliento nene -. Le dijo mientras sostenía con dulzura su mano, y con la otra su alma estaba al filo de un adiós inminente.

- Yo lo sé cariño, ahora solo duerme, la noche a sido tan larga, tu cuerpo está exhausto y tu corazón se que se siente pesado.

- ¡No! -. Respondió aquel con total seguridad y energía, como si hubiera sido renovada en un instante -. No... Yo me quedaré en casa, contigo.

El muchacho lo miro con total curiosidad, pensando un momento las cosas.

Pero no decidió replicar nada más, solo le sonrió nuevamente.

Y lo acercó a él, lentamente, hasta lograr que sus labios se unieran.

- ¿E... Estas, seguro? -. Pregunto dudoso.

- Tanto como puedes imaginar -. Beso su boca una vez más, y entre susurros agregó -. No sabes cuánto añoro tu cuerpo junto al mío.

Gimió tan bajo, solo para que sus oídos lo escucharán, era como una declaración de amor que no llevaban prisa, ni contratiempos.

Sus besos no llevaban nada más que dulzura, un ansiado deseo y un secreto que solo ellos compartían.

Poco a poco, las prendas solo sobraban entre ellos, nada impedía que se amaran, estaban tan deseosos el uno por el otro.

Una prenda tras otra caía, sus cuerpos moviéndose sin contemplación alguna.

Nada los apuraba, nada los aturdia.

Las respiraciones pesadas y profundas, un beso tras otro sonaba.

La casa vacía, y los gemidos haciendo eco en las paredes.

- Te amo tanto, tanto, tanto -. Lo dijo una vez que vio su hermoso cuello pálido.

Escucho un suspiro en respuesta cuando le tocó la espalda, apenas y roazando con total sensualidad y erotismo.

- Siento que jamás puedo tener suficiente de ti -. Le dijo, mientras mordía sus labios.

El aroma de su cuerpo lo estaba volviendo un poco más loco, lo mareaba de manera impresionante.

Nunca, en toda su vida, alguien había logrado enamorarlo, embriagar sus sentidos en su totalidad.

Estaba dispuesto a correr el riesgo solo con él, quien aún mantenía sus manos tocando sus brazos con una exquisitez pura, mientras se robaba sus besos.

Me verás volverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora