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Despertó por los lenguetazos de Bonito en su cara.

Corrió el hocico de su amigo con sus manos mientras fruncia el seño.

-Ya entendí amiguito... espera.

Se levantó y guardó las frazadas en su bolso antes de salir de su precario refugio y comenzó a caminar con la mochila al hombro con su amiguito siguiéndolo.

Ambos se cuidaban entre sí, Bonito miraba hacia los lados siempre y no dudaba en gruñir si notaba algo que no le gustara. En ocasiones había sido el encargado de ladrarles a otros perros por solo acercarse a Harry, en otros casos incluso se metió en peleas por él, por eso tenía alguna cicatrices por su cuerpo.

La historia de Bonito era muy linda. Fue adoptado por Harry un día de invierno como lo era ese, Bonito había sido abandonado en una caja en medio del un callejón. Harry, que justo pasaba por ahí en busca de algo de comida, lo encontró llorando y muriendo de frío, era un cachorro blanco con manchas marrones y negras por su cuerpo, una en especial era la que se le formaba en el costado izquierdo del estómago, era una forma de corazón que le pareció muy linda por lo que Harry al verlo lo primero que dijo fue "eres muy bonito"  de ahí surgió el nombre.

Estaban a una cuadra de la casa de Mireya.

Mireya era una buena mujer que había decidido formar un merendero en su casa, no era muy grande y lo hacía con lo que tenía. Era de bajos recursos también y hacia lo que podía. Ella les preparaba el desayuno y una cena a los niños como Harry, a los niños sin hogar. Ella intentaba darles lo que no tenían pero ella estaba casi igual.

El desayuno podía ser solo un pedazo de pan con té o una leche con galletitas, pero era la gloria para Harry y estaba inmensamente agradecido con Mireya, quien además de darles la cena también, les daba  ropa y mantas viejas cuando conseguía en las Iglesias.

Mireya era una mujer que hacía todo esto porque su historia de vida la llevó a querér ayudar a los niños que estaban solos en este mundo.

Ella de muy joven había tenido un embarazo no planeado pero que amo mucho y cuando nació su criatura lo crió y amo con lo que tenía, trabajaba por y para él... pero una enfermedad terminó con su pedacito de vida y ella sufrió tanto que ahora solo quería ayudar a los niños que seguían con vida y necesitaban de una mamá como ella necesitaba de su hijo. Así todos esos niños la llamaban mamá  en forma de cariño por todo lo que hacía.

-Vamos amigo, ya falta poco para llegar a la casa de mamá.

Bonito apuró el paso y pronto cruzaron el puente que conectaba una parte de la ciudad con la otra.

Llegaron a la puerta de madera con pintura Blanca cayéndose a pedazos, ya un poco vieja por lo años.

Tocaron tres veces y esperaron con una sonrisa a que Mireya abriera.

Harry tenía una sonrisa y buena postura y Bonito estaba sentado junto a Harry esperando a que la puerta se abriera.

Pronto salió la mujer con un delantal manchado con harina y una sonrisa muy cálida en su rostro.

-Oh pequeño Harry, ven aquí mi niño- dijo tomándolo en un abrazo muy reconfortante lleno de amor- y tu campeón? Todo bien Bonito?- dijo acariciando la cabeza peluda del perrito. Este movía la cola muy feliz.

-Buenos días mamá.

- pasen pasen... tomen asiento junto a los demás.

Caminaron por el pasillo hasta el comedor muy precario con una mesa rectangular en donde habían otros niños, eran 18 niños, todos de edades diferentes, algunos tenían padres pero estaban en la misma situación y no podían darles de comer por lo que iban a esa casa.

-Hola Harry- saludo un niño de 10 años, era rubio y tenía ojos cian, se llamaba Benito.

-Hola Benito, ¿tu hermano ya se mejoró?

-Em... si, ya está mejor, solo fue un susto

-Que bueno- dijo sonriendo con hoyuelos perfectos en sus mejillas.

-Por cierto, ¿ya te enteraste del niño nuevo?

-Em... no- dijo confundido.

-Si, hoy llegó un niño nuevo al comedor, está por ahí- dijo buscándolo con la mirada- mamá me Dijo que llegó en busca de un poco de comida, obviamente mamá se lo dio y luego le dijo que podía venir siempre.

-Ouh, que bueno.

-jugué con él a las canicas pero luego solo desapareció- dijo haciendo una mueca con sus labios- si lo ves dile que me busque...

Sin más solo se sentó en el otro lado de la mesa y Harry hizo lo mismo después de dejar su bolso en el suelo cerca de sus pies.

Pronto llegó Mireya con jarras con leche caliente con azúcar y unos panes fritos que había hecho con agua, harina y sal.

-El desayuno ya está listo mis pequeños, recuerden comer con moderación y compartir con los demás, todos tienen que comer.

Luego de servir la leche a cada uno, Mireya se dedicó a limpiar la cocina y dejar a los niños jugar. Solía hacer eso y luego de una hora ya debía despedirlos a todos porque ella entraba a trabajar, y aunque le costaba tener que dejarlos a la intemperie con ese frío no podía hacer nada. Y solo rezaba porque a la noche regresaran por su cena.







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Loli.C

21:44

19-10-21

Vagabundo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora