Capitulo 1

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Que cansado en verdad esto de ir a clases, luego ir a casa y lo de siempre

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Que cansado en verdad esto de ir a clases, luego ir a casa y lo de siempre. ¿Para qué?, ¿para despertar al día siguiente?, ¿para llegar a la edad adulta con tan solo estudiar y estudiar?, ¿para que no te acepten en ningún trabajo porque según necesitas experiencia?, cuando ni te dan trabajo para tener experiencia, al final tendremos un trabajo pero no lo que estudiamos y capaz será horrible.

—Tsk.— cierro los ojos cargando mejor mi mochila.

Encima mi mochila más mi violín que traigo, me dolía la espalda. Yo toda lista me gasté el dinero en dulces ahora tengo que ir caminado a pie por que no me alcanzo para el autobús.

Si tan solo no hubiera visto ese bendito helado.

—¡maldición!.— exclamo asustada abriendo los ojos al sentir como me empujan un par de niños pequeños estos estaban corriendo alegres.—¡deberían tener más cuidado!.— chillo furiosa a los niños pero estos me ignoran

—No deberías gritarle a los niños.— susurra alguien detrás de mi, una voz un poco gruesa.

Ay dios no me digas que es un padre y yo gritándoles. Volteo levemente para así ver confundida al chico que tenía enfrente de mi.

Este tenia un arete en su oreja y se notaba una mirada, un tanto extraña. Neutral pero distraída.....

—Lo siento.— susurro ya que no sabia que decir ante tal situación, estaba quejandome de la vida del ser humano.

—No deberías disculparte conmigo no me hiciste nada.— sonríe este inocente causando que suene su arete.

Mi mirada baja al tatuaje que tiene en su cuello.

—Lindo tatuaje.— comento causando que este alze una ceja curioso.

—Muchas gracias.— habla alegre este para después seguir caminado al frente ignorandome ahora.

—Que extraño.— balbuceo al ver como este camina viendo al cielo y a todos lados.

Al llegar a casa tiró mi mochila al piso y doy un pequeño grito frustrado. Mis padres más seguros estaban en su trabajo, cero ganas de hacerme algo de comer. Sin más camine a mi habitación y me tire a la cama boca abajo.

Mi pequeño gato se acercó a mi colocándose en mi espalda solo me quejé en bajo, ya que no podría acomodarse mejor.

En fin un día más un día menos.

(...)

—Kazumi, puedes guardar silencio.— me quejo al ver a la chica que estaba tocando su flauta a un lado mío.

—Lo...lo siento.— ríe nerviosa la rubia a mi lado.— debo saber tocar aunque sea la de feliz cumpleaños o el profesor de artes me va a reprobar.— lo dice entre lágrimas causando que vea a la chica con una gota en mi frente.

El último beso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora