Capítulo 1 - El día en que nos conocimos

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Si pudiera hacer algo para cambiar la historia, sin pensarlo lo haria.

2012

Vilia

Otro más. Un chico nuevo. Estaba cansada de esto, ya no soportaba que mi madre siguiera trayendo chicos a la casa. Creo que sonó un poco mal. Bastante mal en realidad. En fin. Cada mes llega un chico nuevo de intercambio, cada mes mi madre -siendo presidenta del comité de padres de familia- propone que el chico se quede en nuestra casa.

Claro que todos los demás están de acuerdo, porque obviamente, ¿Quien querría tener a un desconocido en su casa? Respuesta; mi madre. Este mes no fue la excepción y mi madre acepto a otro chico. Generalmente suelo llevarme bien con todos ellos, pero si mi madre acepta uno más voy a explotar.

- ¿Porque otro?

- Es amabilidad Vilia.

- Mamá, entiendo que quieras ser amable, pero ¿Es necesario que aceptes que todos los chicos de intercambio se queden en nuestra casa?

- Bueno, no, pero quiero hacerlo. A demás siempre te llevas muy bien con todos.

- Si pero, ya van 7 en el año, ¿cómo es que no te cansas? Digo, es un desconocido en tu casa. ¿Cómo sabes que no es un asesino? ¿O un ladrón? O algo parecido.

- ¿Crees que aceptarían asesinos y ladrones en la escuela Vilia?

- Bueno, no pero, nadie sabe si lo son, no es que van a llegar diciendo "soy un asesino, quiero estudiar aquí"

- Buen punto. En fin. Erik se quedará en la habitación junto a la tuya.

- Genial, le das más posibilidades para asesinarme.

- ¡No te va a asesinar Vilia!

- Solo bromeo, mamá.

- No bromees con eso. Ah y por favor -fue interrumpida por el sonido del timbre- Se amable ¿Quieres?

- Realmente no, no quiero, pero lo intentaré.

Mi madre sin decir nada más, me dió una mirada asesina antes de ir a abrir la puerta.

- ¡Erik! ¡Que gusto verte cariño! -escuche a mi madre hablar a lo lejos- Pasa, pasa, estás en tu casa.

Erik. Que nombre tan común.

- Erik, ella es mi hija Vilia. Vilia, el es Erik.

- Ah -escuche a mi madre toser falsamente- Es un gusto conocerte, Erik.

Saludé. El me dió la sonrisa más falsa que he visto en toda mi vida.

- Bueno, Erik te mostraré tu habitación -habló mi madre y tomo la maleta que estaba sobre la alfombra-

El inmediatamente intento quitársela.

- Ah no, está bien, yo la llevo -habló de nuevo mi madre llendo hacia las escaleras-

Wow. Al chico se le ven unas ganas increíbles de vivir -y por si no lo notaron, fue sarcasmo-

- Si necesitas algo estaré en la cocina! -escuche a mi madre desde el segundo piso gritar, seguido de esto la vi bajar de las escaleras-

El chico era lindo. Bueno, no lindo lindo, pero no estaba mal. Era alto y delgado, con el cabello hacia ambos lados, despeinado y un poco largo, rizado. Ojos color avellana. Labios ni tan delgados ni tan gruesos. Nariz respingada, recta y delgada. Piel blanca, pero no demasiado. Cara delgada. Mandíbula más definida que mi futuro.

- ¿Que te pareció? -preguntó-

- ¿Que me pareció que? -pregunté de vuelta-

- Erik -dijo con un tono obvio-

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