Manual para entrar a la friendzone.

Capitulo 1.

Alterno mi vista entre el techo y el suelo evitando llorar, mientras escucho a mi mamá decir lo que piensa sobre mis decisiones.

―No entiendo la razón por la que quieres escribir romance, como ya te dije, lo que escribes es cliché y empalagoso, así no es el amor ―me paro de la mesa con la intención de irme, tratar de seguir con la costumbre de comer juntas es estúpido, siempre se pone así, como si yo no me presionara lo suficiente. Cuando estoy a punto de girarme para salir de la cocina, vuelve a hablar―. ¿No piensas decirme nada? ¿Por qué lo intentas? Es decepcionante que desperdicies tu talento escribiendo ese género cuando puedes hacerlo mejor con otros.

Me detengo para mirarla de nuevo mientras trato de tranquilizarme y tomo aire para que mi voz no se quiebre.

―¿Crees que estoy perdiendo el tiempo y talento haciendo algo que quiero hacer? ―su expresión cambia del enojo al asombro, nunca antes le he respondido―. Quiero escribir romance porque es lo que escribía mi papá y todo lo que haces es desaprobarme.

―¿Vas a hacer esto por él? No puedes hacerme eso ―dice con ambas manos en la mesa, de pie y mirándome fijamente.

―¿Qué se supone que estoy haciéndote? Él está muerto ―suelto mientras las lágrimas empañan mis ojos― no entiendo en que te afecta que escriba el mismo género que él, siempre estas juzgándome mientras yo me esfuerzo por hacerlo bien, por complacerte. Es la única vez que no pienso en ti antes de hacer algo.

―Ahora estas exagerando, es normal que tengas esos pensamientos, aun eres joven ―ella suspira y vuelve a sentarse a terminar su almuerzo, después de tomar de su jugo, se dirige a mí de nuevo― piensa bien en lo que harás, pones en juego tu futuro, no me decepciones.

Suelto una risa irónica y sabiendo que esta discusión no llegara a ningún lado, agarro mi chaqueta del borde del asiento negro al lado de la puerta y mi bolso y salgo de la casa.

Ya afuera me limpio el rostro con la chaqueta y suspiro, empiezo a caminar hacia la cafetería donde me encontraré con Keicy, mi mejor amiga ―la única, en realidad―, queda como a unas 10 cuadras de mi casa así que aprovecho ese tiempo para calmarme y pensar en porque actué de esa manera, quizá deba regresar y pedirle disculpas a mi mamá, debí ser muy irrespetuosa, de verdad que no termino de comprender mi propio comportamiento; en vez de agradecer por su opinión, como lo hacía siempre, estaba demasiado indignada.

Igual no entiendo como no le gustó la idea, era mucho mejor según mi punto de vista, es la segunda idea que le presento, en la primera dijo que no había química entre los protagonistas y esta le ha parecido exagerado, según mi madre a mis historias de romance le hace falta el toque de sufrimiento que le da realismo a la relación de los protagonistas, no sé cómo escribir eso, seria increíble si quisiera explicarme pero terminamos en discusión, ya solo me quedan 2 meses y 10 días para mandar el manuscrito a la universidad y ya me quedé sin ideas.

 Antes de darme cuenta ya estoy fuera de la cafetería mirando alrededor buscando a Keicy, miro el reloj en mi muñeca y me doy cuenta de que aún es temprano, llegara al menos en una hora, me siento en una de las mesas de afuera y saco la libreta que siempre cargo en el bolso para tratar de buscar una idea.

El tiempo pasa más rápido de lo que creí y veo a Keicy llegar, me hace una señal de que la espere antes de entrar a la cafetería, hay solo un lugar en esta ciudad donde se vende el chocolate caliente más delicioso que cualquier otro y es aquí, la cafetería de mi mamá, a Keicy además del chocolate y el café le encantan los nombres de las bebidas, cada uno tiene el nombre de un libro de mi mamá y algunos expresan la mensaje que deja o lo que sintió escribiéndolo.

―Es un día asqueroso ―dice Keicy unos minutos después frente a mi mesa con dos vasos de chocolate caliente en las manos.

―¿Buenas tardes? ―respondo sorprendida por su humor guardando la libreta y poniéndome a su altura. De las dos, Keicy es la más optimista así que no comprendía el porqué estaba así.